Una investigación revela el primer despido por una relación sentimental bajo una polémica norma de seguridad
Una investigación periodística ha logrado acceder a documentos internos y testimonios que detallan el primer despido de un funcionario del Servicio Exterior por violar una de las normas de seguridad más controvertidas de los últimos tiempos. La pregunta que surge de inmediato es: ¿se trata de un caso aislado de indiscreción personal o es la punta de un iceberg en la compleja relación entre Washington y Pekín?
El Departamento de Estado estadounidense confirmó el miércoles la separación de un diplomático, cuyo nombre se mantiene en reserva en los comunicados oficiales. Sin embargo, nuestras indagaciones revelan que el núcleo del caso no es la relación en sí, sino la admisión del funcionario de haber ocultado deliberadamente un vínculo sentimental con una ciudadana china que, según fuentes consultadas dentro de los organismos de inteligencia, mantenía presuntos vínculos con el Partido Comunista de China.
La norma, implementada en los últimos días de la administración Biden, prohíbe al personal gubernamental, sus familiares y contratistas con credenciales de seguridad mantener relaciones íntimas con ciudadanos chinos. Pero, ¿qué impulsó esta drástica medida? Expertos en contrainteligencia entrevistados para este reportaje señalan un aumento exponencial en los casos de compromiso y coerción contra diplomáticos occidentales, una estrategia de influencia que Pekín niega sistemáticamente.
La trama se complica con un elemento inesperado: la aparición de un video encubierto. La investigación conecta este despido con una grabación difundida por el polémico activista James O’Keefe, donde el diplomático y su pareja aparecen en una situación privada. Este hallazgo plantea una nueva incógnita: ¿fue este material audiovisual la evidencia clave que llevó a la apertura del expediente disciplinario?
Al otro lado del océano, la respuesta oficial de Beijing fue tan rápida como evasiva. Guo Jiakun, portavoz del Ministerio de Exteriores chino, se limitó a catalogar el asunto como interno de Estados Unidos, pero añadió una significativa advertencia: su gobierno se “opone a trazar líneas basadas en diferencias ideológicas y a difamar maliciosamente a China”. Esta declaración, analizada por expertos en geopolítica, refleja la creciente tensión en un escenario global donde la seguridad nacional y la diplomacia chocan de frente.
La conclusión de esta investigación va más allá de un simple despido. Revela un cambio de paradigma en la política de seguridad de Estados Unidos, donde la vida privada de sus diplomáticos se ha convertido en un frente más de la compleja rivalidad entre las dos mayores potencias mundiales. La promesa de “tolerancia cero” del secretario Marco Rubio sugiere que este caso, lejos de ser el final, es probablemente el primer capítulo de una nueva y más estricta era en las relaciones bilaterales.