La inestabilidad creativa que florece en la actuación

La Esencia de una Profesión que Desafía la Cordura

Fernanda Castillo, protagonista de “Las Locuras”.

¿Es una locura persistir en la actuación? Con los años, he aprendido que la respuesta es un sí rotundo, pero de esos que valen cada lágrima y cada momento de incertidumbre. Fernanda Castillo, cuyo talento hemos atestiguado en producciones como “Una mujer sin filtro” y “Dulce familia”, lo afirma con una claridad que solo da la experiencia: esa inestabilidad inherente, incluso la económica, es el terreno fértil donde los actores encontramos nuestra voz más auténtica y florecemos.

En mis propias vivencias, recuerdo la ansiedad que seguía a cada “¡Corte!”, preguntándome si volvería a trabajar. Fernanda lo expresa a la perfección: Supongo que comparto esto con mis colegas; no solo cuando iniciábamos nuestra carrera, es una locura continuar en este camino. Y cada vez que concluyes un proyecto, un personaje y un proceso, es una locura recomenzar. Pero creo que es en esa inestabilidad donde germinamos, nos redescubrimos y nos emocionamos. Estoy convencida de que, si careciera de ese elemento, esta vocación no sería lo que es.

Esta reflexión no es un comentario aislado. Surge en el marco del estreno en la plataforma de Netflix, el próximo 20 de noviembre, de la película “Las Locuras”, dirigida por Rodrigo García. El largometraje, una obra coral, teje seis narrativas de mujeres que, en su vida cotidiana, alcanzan un punto de quiebre y realizan actos completamente inesperados.

Un Elenco que Encarna la Verdad

El reparto es un compendio de algunas de las intérpretes más sólidas del cine mexicano contemporáneo. Junto a Fernanda Castillo, encontramos a Ilse Salas (“Niñas bien”), la siempre poderosa Adriana Barraza (“Amores perros”), Ángeles Cruz (“Tamara y la Catarina”), Naian González Norvind (“Leona”) y Cassandra Ciangherotti (“Las viudas de los jueves”).

Cassandra aporta una percepción visceral sobre el oficio que muchos fuera del set no comprenden: Percibo que existe en nosotras, como actrices, un deseo latente de llorar, es algo impresionante, porque lo necesitamos. Así que, de pronto, cualquier día de la semana, viajando en el automóvil, nos sorprendemos llorando, imaginando que nos arrebatan a nuestros hijos o que ocurre una tragedia. No podemos evitarlo y pensamos: ‘Quiero conservar esta emoción’. Esa es la paradoja: vivir de prestado emociones ajenas para alimentar la propia verdad artística.

El Origen: Una Chispa de la Vida Real

La cinta, producida por Pablo Zimbrón y Gerardo Gatica, se gestó en la mente de García (“Familia”), hijo del legendario escritor Gabriel García Márquez. La semilla fue la observación de un amigo que experimentó un episodio de energía bipolar.

El director comparte el proceso creativo: Se trataba de observar a una persona durante ese brote y la influencia que ejerce sobre su círculo. Siempre imaginé que sería un día en su vida; no tenía claro si se desarrollaría completamente en su residencia o si las historias estarían interconectadas. Sin embargo, durante la escritura, naturalmente emergió una historia, luego otra, y otra más. Así es como suele nacer el arte genuino: de la realidad más cruda, que se transforma y se expande hasta encontrar su propia estructura narrativa.

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