María Antonieta de las Nieves se despide de La Chilindrina

El Adiós de un Ícono: Una Lección Aprendida a los 75 Años

Se despide la Chilindrina a sus 75 años.

En esta profesión, uno aprende a escuchar las señales del cuerpo, a veces de la manera más dura. María Antonieta de las Nieves, la actriz que dio vida al entrañable personaje de La Chilindrina en la serie El Chavo del 8, ha tomado una de las decisiones más difíciles y sabias que un artista puede enfrentar: anunciar su retiro definitivo de ese rol que definió su carrera y marcó a generaciones. Esta determinación no surgió de un capricho, sino de una profunda crisis de salud que la condujo al hospital y la mantuvo en un riguroso proceso de rehabilitación por más de sesenta días.

Les cuento, porque lo he visto antes, que el agotamiento extremo es un enemigo silencioso en nuestro medio. Durante una gira por Perú, la intérprete, hoy con 75 años de trayectoria y vida, comenzó a manifestar serias dificultades para articular palabras y caminar. En una conversación sincera con Matilde Obregón, develó la alarmante causa: la sobremedicación. Estaba tomando 19 pastillas al día, yo no sé de qué ni para qué, confesó. El exceso de fármacos desencadenó una severa descompensación orgánica que, en un episodio aterrador, le hizo perder por completo la memoria durante una semana entera.

El Punto de Quiebre: Una Llamada de Atención Ineludible

Su hija, Verónica, compartió una anécdota que refleja la gravedad del momento. Fue imperativo que ella viajara con urgencia a Perú para rescatar a su madre y traerla de regreso a México. Era ya un bultito, la veía perdida en el espacio, relató. Es en esos instantes de vulnerabilidad cuando uno comprende que la fama y el éxito son secundarios frente al bienestar personal.

Hoy, ya restablecida y con la claridad que otorga la experiencia, María Antonieta afirma que su propio organismo le impartió la lección más valiosa. La Chilindrina ya se fue, se fue en Perú, declaró con una mezcla de nostalgia y firmeza. Tengo 75 años y no he descansado un momento de mi vida. Ahora quiero hacerlo: acostarme en mi cama y ver la televisión.

Con esta decisión, no solo se despide una figura icónica del humor y la televisión latinoamericana, sino que se cierra un capítulo monumental. Ya no, no más ‘Chilindrina’. A lo mejor algún comercial o promocional, pero ya como estaba yo entregada al circo con 2 o 3 funciones diarias, ya no. Es el final de una era, un digno y merecido adiós para una artista que, tras décadas de entrega, elige priorizar su salud y su paz.

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