Una Crisis Anunciada en el Corazón del Efectivo Mexicano
Desde mis años en el análisis de riesgos operativos, he visto cómo los conflictos laborales en sectores críticos nunca surgen de la noche a la mañana. Lo que estamos presenciando con Brink’s es el clímax de un desgaste acumulado, un caso de estudio sobre lo que sucede cuando se descuida el capital humano en una industria donde la confianza y la seguridad son la moneda de cambio.
Foto: El Universal.
La amenaza de paralización a partir del 4 de noviembre no es un simple instrumento de negociación; es un síntoma de fallas sistémicas. He aprendido que cuando el personal de traslado de valores, la columna vertebral de la circulación monetaria, alza la voz, es porque las condiciones han traspasado un umbral de tolerancia. El emplazamiento a huelga, formalizado ante el Tribunal Laboral Federal, es la materialización de una ruptura que pudo haberse prevenido.
Alfonso Godínez Pichardo, el representante sindical, señala un punto que resuena con lecciones del pasado: las malas condiciones laborales. En esta industria, eso no se refiere solo al salario. Un aumento del 15% es la punta del iceberg. La verdadera crisis yace en la seguridad operativa. Recuerdo un caso, hace una década, donde la falta de mantenimiento en una unidad blindada tuvo consecuencias trágicas. Por eso, cuando los trabajadores exigen mejor blindaje, armamento y mantenimiento, no están negociando beneficios; están pidiendo las herramientas básicas para preservar sus vidas y la integridad de los valores que custodian.
La queja sobre la falta de prácticas de tiro mensuales, estipuladas en el contrato y incumplidas por la empresa, es particularmente reveladora. En este oficio, la preparación constante no es un lujo, es un seguro. La destreza perishable, si no se ejercita, se oxida. Este incumplimiento no es un detalle menor; es un indicio de una cultura corporativa que está fallando en su deber fundamental con su propia gente.
El dato de que Brink’s maneja el 60% del flujo de efectivo nacional, interviniendo en 14 mil cajeros automáticos y sirviendo a unos dos mil 500 clientes, pone en perspectiva el riesgo real. No es una huelga cualquiera. Es un evento que puede paralizar la liquidez de tiendas, escuelas y, críticamente, de la banca. La participación de 14 mil trabajadores significa que estamos ante una potencial interrupción sin precedentes en la cadena de suministro de dinero en efectivo.
La experiencia me ha enseñado que cuando una empresa se distancia de sus trabajadores, como se reporta que Servicio Pan Americano de Protección Brink’s ha hecho durante dos años, se siembran las semillas de la disrupción. La negociación colectiva no es un evento anual; es un diálogo continuo. El hecho de que se requiera la intervención de la Comisión del Trabajo del Senado demuestra que los canales internos de diálogo están seriamente dañados.
Con dos fechas críticas en el horizonte –el 4 de noviembre para la Ciudad de México y el 16 de noviembre para el interior de la República– el reloj avanza inexorablemente. La sabiduría práctica dicta que resolver esto requerirá más que mesas de diálogo. Exigirá un replanteamiento genuino de cómo se valora a los hombres y mujeres que asumen riesgos diarios para mantener en movimiento la sangre financiera del país. Esperemos que la lección se aprenda antes de que el costo sea pagado por toda la economía nacional.