La Divina Transacción y el Gól de la Bancarización Forzosa
En un acto de celestial generosidad, los sumos sacerdotes de la corporación Visa, en sagrada comunión con la FIFA y la Asociación de Bancos de México, han descendido del Olimpo financiero para iluminar a las masas pecadoras que aún se aferran al hereje billete de papel. Su misión profética: convertir cada estadio, cada vagón del metro y cada alma viviente en un templo donde la tarjeta de crédito sea la hostia consagrada.
El reverendo Francisco Valdivia, máximo pontífice de Visa en estas tierras paganas, proclamó el nuevo evangelio: “Ya no basta con creer en el fútbol; hay que aceptar a nuestro señor el Pago Digital en tu terminal punto de venta personal”. Bajo su liderazgo, el acto de acercar plástico o teléfono se ha convertido en un ritual que, milagrosamente, ya representa el 25% de las transacciones. ¡Hace dos años era un mero 2%! Un avance tan prodigioso que solo puede explicarse por intervención divina o por una campaña de marketing con el presupuesto de un pequeño país.
El Catecismo Interactivo: “Fútbol Financiero”
Para adoctrinar a las nuevas generaciones, los iluminados han creado un videojuego catequístico, un divertimento que enseña a los niños que la verdadera felicidad no está en marcar goles, sino en mantener un historial crediticio impoluto. Jürgen Mainka, apóstol de la FIFA en México, declaró con unción: “Nos enorgullece sacar el fútbol de la cancha para llevarlo a un legado superior”. Es decir, de perseguir un balón a perseguir un descuento por pronto pago.
Pero la pieza retórica magistral la aportó Emilio Romano, sumo sacerdote de la ABM, al proclamar con unción: “En México el fútbol no es una pasión, es una religión”. He aquí la revelación suprema: si el pueblo ya adora un balón, ¿por qué no canalizar esa devoción hacia la verdadera divinidad, que es el flujo de capital? Así, la “inclusión financiera” se convierte en el nuevo bautismo, y el que no tenga una cuenta bancaria será un infiel condenado a la usura y a las filas interminables en el banco.
Mientras el país se prepara para el gran circo mundialista de 2026, los ciudadanos podrán disfrutar de “experiencias” diseñadas con esmero, donde cada abrazo, cada grito de gol y cada lágrima derramada por el triunfo o la derrota será, ante todo, una oportunidad de oro para realizar una transacción sin contacto. En el nuevo reino de lo digital, la salvación no se gana con fe, sino con una tarjeta con fondos suficientes. ¡Aleluya!