La disrupción fiscal que redefine los impuestos a refrescos

La Disrupción Fiscal que Redefine los Impuestos a Refrescos

Foto: El Universal

¿Y si en lugar de castigar el consumo, incentiváramos la evolución? El coordinador parlamentario de Morena, Ricardo Monreal, ha desatado una tormenta de ideas al anunciar una reserva legislativa que desafía la lógica convencional de los impuestos a las bebidas. En lugar de la homogenización fiscal, propone una discriminación inteligente que reconoce la diferencia fundamental entre azúcares y edulcorantes.

En un movimiento que conecta la salud pública con la innovación industrial, la industria de bebidas ha respondido con compromisos concretos para transformar sus formulaciones. Este no es el típico enfrentamiento entre sector público y privado, sino una colaboración disruptiva que reescribe las reglas del juego.

La participación de las secretarías de Hacienda y Salud representa una convergencia inusual entre recaudación y bienestar colectivo. La apertura de la administración actual para escuchar a los empresarios sugiere un nuevo paradigma en la formulación de políticas públicas.

La modificación propuesta busca consenso entre los grupos parlamentarios, pero su verdadera innovación reside en su arquitectura diferenciada: mientras las bebidas azucaradas calóricas mantendrían la tasa de 3.08 pesos por litro, las versiones no calóricas ascenderían progresivamente a 1.5 pesos. Esta gradación fiscal actúa como un puente hacia la transición, no como un muro de contención.

Eduardo Clark, subsecretario de Integración y Desarrollo de Salud, reveló que este acuerdo surgió de cinco semanas de trabajo intensivo, demostrando que la agilidad burocrática es posible cuando la visión es lo suficientemente audaz.

Más Allá de los Refrescos: Hacia una Revolución Alimentaria

Monreal celebra el acuerdo con las empresas refresqueras, pero su mirada va más allá: “No estamos satisfechos todavía”. Su visión se extiende hacia una transformación completa del ecosistema alimentario, donde los alimentos procesados serán los próximos en la mira de esta revolución fiscal sanitaria.

Esta perspectiva sistémica reconoce que la diabetes y la hipertensión no se combaten con medidas aisladas, sino con un rediseño completo de nuestros entornos alimentarios. La negociación con la industria refresquera evita la judicialización prolongada, creando un precedente para la co-creación de políticas públicas.

El legislador morenista articula una filosofía de gobernanza innovadora: “Este tipo de acuerdos evita que nuestros actos legislativos sean controvertidos jurisdiccionalmente”. En otras palabras, está construyendo consensos que trascienden los ciclos políticos y crean propósitos comunes en beneficio del país.

Esta aproximación representa el pensamiento lateral aplicado a la política fiscal: en lugar de ver a la industria como adversario, la convierte en aliada para la transformación. El resultado no es una victoria de una parte sobre otra, sino un nuevo ecosistema donde la salud pública y la viabilidad empresarial coexisten en simbiosis innovadora.

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