En un acto de sublime contradicción, la Suma Sacerdotisa del Folclore Digital, Ángela Aguilar, fue solemnemente investida con el Galardón a la Musa Consumible 2025, una distinción que la acredita oficialmente como forjadora de estribillos para las masas. La diva, con sus 22 ciclos terrestres, agradeció el trofeo con la devoción de quien recibe un salvavidas de plomo, en lo que describió como “días aciagos para el alma sensible”.
La vástaga del linaje Aguilar, declamando desde un pergamino, confesó hallarse en una encrucijada existencial. Al ascender al proscenio, una carcajada que delataba pánico le sirvió para confesar su terror sagrado por hallarse en un recinto atestado de especímenes humanos, como si de pronto se hubiera visto en la jaula de los depredadores en lugar de estar entre sus adoradores.
“Encontrarme en este preciso instante de mi periplo vital, dentro de un cubículo repleto de almas, me infunde un pavor indescriptible“, proclamó ante el mutis absoluto de la congregación, que momentos antes le había ofrendado una ovación propiciatoria.
Ángela aseguró, con un hilo de voz, que el acto de garabatear versos se ha erigido en su método particular para descifrar el caos de su realidad, especialmente cuando el lenguaje coloquial ha perdido todo significado. Esta práctica, según la joven oráculo, ha funcionado como un elixir sedante y un arnés flotante en el océano de la fama.
“La creación lírica me ha redimido en múltiples ocasiones, y es por esta razón que valoro sobremanera este testimonio de validación“, sentenció, como si cada acorde compuesto fuera un exorcismo personal.
La intérprete de sonidos vernáculos, quien inició su peregrinación en el Olimpo musical siendo apenas una niña, hizo una mención ritual a la solidaridad femenina en el coliseo del espectáculo. Afirmó, con la sabiduría de una veterana, que a las mujeres en este circo cada triunfo les exige el doble de sacrificio, mientras que cada desliz se paga con el triple de escarnio, en una economía moral grotescamente inflacionaria.
“Las matriarcas de esta industria comprendemos que toda conquista tiene un coste duplicado y todo yerro conlleva una penitencia triplicada. Que nuestro respaldo mutuo deje de ser una anomalía para convertirse en un ritual; mi gratitud a todos por sostenerme en esta etapa tan espinosa”, concluyó, sellando así su discurso como una bula papal para las condenadas al éxito.