La resiliencia de Álamo frente a la crisis climática
CIUDAD DE MÉXICO – Siete días después del desastre hídrico, los habitantes de Álamo Temapache libran una batalla exhaustiva contra las secuelas del peor evento climático extremo en más de un cuarto de siglo. Ciudadanos como el profesor Armando Cruz contemplan medidas drásticas, incluyendo la venta de sus propiedades, ante la posibilidad de que un tercer evento catastrófico pueda resultar fatal para sus familias.
La lucha contra el agua contaminada y los sedimentos parece interminable. Aunque reciben apoyo de las fuerzas armadas y la Guardia Nacional, la comunidad mantiene una resistencia inquebrantable, atribuyendo la tragedia tanto a fenómenos divinos como a las consecuencias palpables de la emergencia climática global.
Colapso municipal y ausencia política
De las 51 colonias que conforman el núcleo urbano, 48 permanecen en estado crítico según la presidenta municipal Blanca Lilia Arrieta Pardo. La visita de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo resultó efímera, generando percepciones de abandono institucional en su primer acercamiento al territorio afectado.
Dania Mitzel Sánchez López, residente de la colonia Gabino González, expresa la fatiga colectiva: “El agotamiento mental y físico nos está ganando. La perspectiva de quienes todavía tienen agua dentro de sus hogares es aún más desesperanzadora”.
Desde el albergue “Enrique C. Rebsamen” en Pueblo Nuevo, esta educadora busca suministros médicos para tratar la herida de su madre, lesionada durante el rescate de equipamiento de su negocio gastronómico.
Emergencia sanitaria inminente
La segunda fase de la crisis emerge con fuerza: infecciones cutáneas y respiratorias se propagan debido al agua estancada, cadáveres de animales en descomposición, proliferación de insectos vectores y acumulación masiva de residuos sólidos. Los servicios municipales de saneamiento ambiental han colapsado por completo.
Resiliencia en la adversidad
En la colonia Francisco I. Madero, Armando Cruz Francisco enfrenta el agotamiento extremo mientras desecha mobiliario y electrodomésticos destruidos por la crecida de los ríos Pantepec y Vinazco.
Su rutina comienza al amanecer, coordinando con su esposa las operaciones de limpieza que muestran un avance del 60% después de siete días de trabajo continuo.
“El cansancio es abrumador, pero la determinación nos mantiene en pie. No nos rendiremos hasta recuperar lo que el agua nos arrebató”, afirma el docente mientras extrae lodo con herramientas manuales.
Memoria histórica de desastres
Para Cruz, esta representa su segunda experiencia con fenómenos hidrometeorológicos extremos, recordando la inundación de 1999 donde el agua alcanzó niveles significativamente menores. Esta memoria histórica alimenta la preocupación familiar sobre la posibilidad de eventos recurrentes de mayor intensidad.
“El patrón de crisis climáticas se está acelerando. La próxima podría superar todos los registros históricos”, reflexiona mientras su familia considera la reubicación como estrategia de adaptación climática.
La comunidad mantiene la esperanza mientras enfrenta la reconstrucción de sus vidas, conscientes de que los apoyos gubernamentales serán cruciales para la recuperación económica y emocional del territorio.