La rodilla del héroe y el destino de la nación beisbolera

La rodilla del héroe y el destino de la nación beisbolera

John Schneider, el sumo sacerdote de los Azulejos, consulta los augurios para el sexto juego.

En el gran circo de la Liga Americana, donde los gladiadores modernos libran sus batallas con madera y cuero, el gran augur John Schneider ha pronunciado su profecía: el mítico George Springer, tras recibir el impacto de un proyectil de 95.6 millas por hora en su sagrada rótula, podría volver a la arena este domingo. “Se siente mucho mejor que ayer”, declaró el oráculo con la solemnidad de quien anuncia el destino del imperio.

Lo que en cualquier otro contexto sería una simple contusión, en este teatro de lo absurdo se convierte en cuestión de estado. La rodilla derecha de Springer ha adquirido más relevancia geopolítica que las fronteras de algunas naciones. Mientras, los Marineros de Seattle, esos piratas del noroeste, se frotan las manos con su ventaja de 3-2, preparándose para el asalto final.

Springer, este héroe cuarentón con cuatro apariciones estelares en el firmamento beisbolero, ha estado bateando para .256 en esta épica postemporada, cifra que los economistas podrían estudiar como ejemplo de productividad capitalista. Sus 22 vuelacercas en playoffs lo han elevado al Olimpo donde mora el boricua Bernie Williams, en lo que solo puede describirse como una metáfora perfecta de la globalización.

El ritual de recuperación sigue su curso sagrado: tratamiento, pruebas de la articulación, y la eterna pregunta que atormenta a filósofos y managers por igual: “¿Molestará al batear o al correr?”. Schneider, con la fe inquebrantable de un creyente, proclama: “Es un tipo duro”, como si la dureza pudiera negociar con las leyes de la física y el dolor.

La escena del viernes pertenece a la tragedia griega: Springer cayendo como Ícaro, el manager y el kinesiólogo corriendo como médicos brujos hacia el campo de batalla, el intento fallido de correr convertido en metáfora de la fragilidad humana. Mientras, en el subsuelo del estadio, el campocorto Bo Bichette ni siquiera puede enfrentar el suplicio de las bases, en lo que parece una alegoría perfecta de nuestros sistemas sanitarios colapsados.

En este universo paralelo donde una rodilla contusionada detiene el curso de la historia, uno no puede evitar preguntarse: ¿no será todo esto un magnificente espejo deformado de nuestras propias tragedias cotidianas, donde pequeños dramas personales adquieren dimensiones épicas mientras el mundo real se desmorona a nuestro alrededor?

RELACIONADOS

Ultimas Publicadas

Matamoros

¿QUÉ PASO AYER?

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio