VIDEO | Sonora Santanera recibe homenaje legislativo por 70 años de trayectoria

El Palacio Legislativo de San Lázaro, sede habitual de debates y decisiones de Estado, vivió una jornada excepcional donde la música y la política convergieron en un vibrante homenaje. Entre aplausos, baile y el inconfundible sonido de trompetas y percusión, la Cámara de Diputados rindió tributo este martes a la Única Internacional Sonora Santanera, celebrando siete décadas de una trayectoria artística que ha marcado la identidad sonora de México.

 

El auditorio “Aurora Jiménez”, transformado por una ocasión en una sala de conciertos, resonó con los éxitos que han acompañado a generaciones de mexicanos, confirmando la vigencia de un legado cultural que trasciende el mero entretenimiento. El reconocimiento, impulsado desde la bancada de Morena por el diputado Sergio Mayer, destacó el profundo arraigo popular de la agrupación. Durante su intervención, Mayer subrayó el poder evocador de la música de la Santanera, afirmando que es un arte que “nos hace sentir vivos” y que constituye un patrimonio colectivo, pues “todos conocemos y hemos bailado sus canciones”.

 

Esta valoración no fue un acto aislado de nostalgia, sino un reconocimiento explícito a la capacidad del grupo para mantenerse como un referente del orgullo musical mexicano, uniendo a diversas generaciones en torno a un mismo ritmo. Desde una perspectiva analítica, el diputado Sergio Gutiérrez Luna aportó una capa de significado adicional al acto. Al definir a la Sonora Santanera como “un legado y orgullo de México” que “ha trascendido generaciones”, situó su valor más allá de lo artístico, ubicándolo en el terreno de lo cultural y lo social. Su observación de que la música del grupo “no hace apología del crimen ni del delito”, en contraste con otros géneros contemporáneos, introduce un matiz relevante en el debate cultural actual. Esta afirmación resalta el papel de la Santanera como un elemento de cohesión social y de promoción de valores positivos, un factor que sin duda influye en su recepción institucional y su perdurabilidad en el imaginario nacional.

La ceremonia formal incluyó la entrega de un reconocimiento físico a los integrantes de la agrupación. Arturo Ortiz Arias, hablando a nombre del colectivo, expresó con emoción el agradecimiento de la banda, resumiendo el sentimiento en una frase cargada de simbolismo: “Nos llevamos en el corazón su aplauso”. Este intercambio no fue un mero trámite protocolario, sino la culminación de un diálogo entre la institución del Estado y una expresión viva de la cultura popular, legitimándose mutuamente en un espacio de poder.

 

El concierto que siguió demostró la razón de ser del homenaje. Con el auditorio colmado a su máxima capacidad, el espacio vibró con la energía que solo la música en directo puede generar. El repertorio, una cuidadosa selección de su vasto catálogo, inició con la contagiosa “La Boa”, continuó con el romanticismo de “Perfume de Gardenias” y prosiguió con otros temas emblemáticos como “El Ladrón”.

 

Cada acorde funcionó como un catalizador de memoria colectiva, activando recuerdos y emociones en un público que incluía desde funcionarios hasta personal administrativo. La dimensión internacional de la agrupación también fue puesta de relieve, recordando que, en el mismo año de este reconocimiento, la Sonora Santanera llevó su música a una gira europea con presentaciones en España, Francia y Alemania. Este dato no es menor; evidencia que su influencia y atractivo se mantienen vigentes, proyectando la cultura mexicana más allá de sus fronteras y demostrando la universalidad de su ritmo.

 

El cierre del acto fue tan espontáneo como significativo. La invitación de Sergio Mayer al público a “persignar el piso” no fue solo una llamada a bailar, sino una invitación a participar en un ritual de celebración comunitaria. El propio diputado fue el primero en abrir la pista, un gesto que rompió la formalidad del entorno y dio paso a una fiesta. La escena de diputados, incluido el vicepresidente de la mesa, Sergio Gutiérrez Luna, junto a su esposa Karina Barreras, bailando y cantando “El Mudo” con visible disfrute, encapsula el éxito del evento. Fue un momento donde la distinción entre representantes y representados se difuminó, unidos todos por el poder de una música que, después de setenta años, sigue siendo capaz de detener las sesiones del Congreso para convertirlo en una pista de baile.

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