La coreografía del poder ante el desastre y la enfermedad
En un espectáculo que hubiera envidado el mismísimo emperador romano, Su Excelencia Claudia Sheinbaum Pardo, Suma Pontífice del Bienestar Terrenal, anunció con solemnidad casi litúrgica que a partir de este miércoles 22 de octubre, el Ministerio de la Felicidad Obligatoria comenzaría a distribuir las limosnas oficiales de 20 mil pesos a aquellos plebeyos que osaron sufrir daños cuando los dioses de la lluvia descargaron su ira los pasados 9 y 10 de octubre.
“Quiero informarles que a partir del día de mañana empieza el reparto de las migajas del erario”, declaró en un mensaje grabado que circuló por los papiros digitales. “Daremos 20 mil pesos como primer acto de caridad estatal. Luego vendrá un segundo acto, cuyo monto dependerá de cómo los censores del Bienestar clasifiquen su nivel de miseria”.
En un alarde de ingeniería social que dejaría pálido a cualquier planificador soviético, la Mandataria reveló que a partir de la próxima semana se pondrá en marcha el Programa Construyendo Quimeras, mediante el cual se otorgarán 50 mil empleos temporales -justo lo que dura el entusiasmo burocrático- más otros 5 mil mediante Jóvenes Sosteniendo el Espejismo.
La Jefa del Estado Mayor de la Realidad Alternativa agradeció profusamente a sus cortesanos, a los gobernadores provinciales y especialmente al pueblo mexicano, siempre dispuesto a aplaudir mientras se hunde.
“Quiero agradecer a las legiones de la Defensa; a la Armada; al Ministerio de Obras Faraónicas; a los siervos de los cinco estados afectados; y sobre todo, al pueblo mexicano, cuya generosidad consiste principalmente en aguantar“, añadió con emoción contenida.
En un informe que mezclaba lo trágico con lo ridículo, destacó que en Querétaro y San Luis Potosí ya no hay localidades incomunicadas, mientras que en Hidalgo aún existen 74 pueblos a los que solo se accede por milagro o helicóptero. Para estas comunidades olvidadas por los dioses pero recordadas por la propaganda, se establecieron puentes aéreos que llevan agua, comida y, de paso, la esperanza de que aparezcan en el siguiente informe oficial.
La Comisión Federal de Electricidad, según el boletín triunfal, prácticamente ha restaurado el suministro eléctrico en todas partes, excepto donde no lo ha hecho. En el ámbito educativo, mil 297 escuelas sufrieron daños, de las cuales 805 han recibido el profundo tratamiento de una limpieza superficial.
EL NUEVO SANTO GRIAL ONCOLÓGICO
Cambiando de desastre natural a desastre sanitario, la Presidenta presentó el Modelo de Atención Universal de Cáncer de Mama, un plan tan ambicioso que hace preguntarse por qué no se implementó hace treinta años.
“Esto cambia por completo lo que se ha hecho en México”, declaró, en lo que podría ser la frase más certera de su discurso. Efectivamente, prometer mil mastógrafos y mil máquinas de ultrasonido para 2026-27 es ciertamente un cambio respecto a no prometerlos.
En un alarde de planificación que haría sonrojar a los dioses del Olimpo, se construirán 31 centros oncológicos, uno por cada entidad federativa, porque el cáncer entiende de federalismo. El primero se inaugurará en diciembre: el Hospital Oncológico para la Mujer “La Pastora”, nombre que evoca tanto cuidado pastoral como eficiencia burocrática.
La inversión para este modelo ascenderá a ocho mil millones de pesos, monto que se dividirá sagradamente entre tres instituciones de salud que históricamente han destacado por su falta de comunicación entre sí. Pero ahora, nos aseguran, cualquier mujer podrá atenderse en cualquier lugar, sin importar su afiliación, porque la burocracia médica ha sido abolida por decreto.
El secretario de Salud, David Kershenobich Stalnikowitz, aportó el dato más conmovedor de la jornada: en México, una mujer muere por cáncer de mama cada hora. Frente a esta tragedia humana que lleva décadas desarrollándose, el gobierno anuncia con pompa que en año y medio tal vez la situación comience a mejorar.
Mientras tanto, a las mujeres se les recomienda la autoexploración mamaria, porque en el reino de la atención universal, la primera línea de defensa contra el cáncer sigue siendo el dedo índice de la ciudadanía.
Y así, entre promesas de futuro radiante y presentes desastrosos, el espectáculo del poder continúa, siempre asegurándonos que mañana será mejor, especialmente si hoy logramos sobrevivir hasta él.