El circo de la redención llega al coliseo SoFi
En el majestuoso templo del capitalismo deportivo conocido como SoFi, dos hordas de gladiadores contractualmente obligados se disponen a protagonizar el ritual semanal de autoflagelación pública. Por un lado, los Vikingos de Minnesota (3-3), cuya hoja de servicios los delata como mercenarios con identidad crisis existencial. Por el otro, los Cargadores de Los Ángeles (4-3), cuyo único delito es haber creído sus propios titulares.
La tragicomedia de las expectativas defraudadas
Los Cargadores, tras su peregrinación a Indianápolis, descubrieron que en el reino del fútbol americano los tronos son tan estables como un castillo de naipes en un terremoto. Su efímero reinado en el Oeste de la Conferencia Americana duró menos que el entusiasmo por un impuesto nuevo. Los Broncos de Denver, cual usurpadores de pacotilla, les arrebataron la corona con la misma elegancia con que un buitre le roba el lunch a una hiena.
Lo más hilarante resulta de presenciar cómo una escuadra que prometía destronar el imperio de Kansas City se transforma, ante nuestros ojos atónitos, en un tratado práctico sobre la ley de la gravedad deportiva: lo que sube con estrueno, cae con estrépito. El estratega Jim Harbaugh, antaño profeta laureado, ahora dirige un naufragio que apenas consigue una victoria cada cuatro representaciones, como una obra de teatro de vanguardia que nadie comprende pero todos critican.
Los nórdicos y su búsqueda quijotesca
Mientras tanto, los Vikingos ocupan los sótanos de la Conferencia Nacional con la dignidad de un aristócrata venido a menos. Poseen la octava defensa más formidable del reino, concediendo apenas 301.7 yardas por función, como si fueran guardianes celosos de un tesoro que nadie desea robar.
El verdadero drama shakespeariano se desarrolla en su ofensiva, donde el caballero Carson Wentz libra su batalla particular contra la estadística pura y simple. Con marca de dos triunfos y dos descalabros desde que relevó al desaparecido J. J. McCarthy, su performance recuerda a la de un alquimista medieval: algunas veces transforma el plomo en oro, otras convierte el oro en humo.
El gran espectáculo del absurdo moderno
Este coliseo contemporáneo, donde las masas adoran a dioses de spandex, será transmitido mediante complejos sistemas de ondas y suscripciones digitales. La ceremonia comienza puntualmente según los designios del huso horario central mexicano, porque en la religión del fútbol americano hasta la geografía se somete al rating.
- Fecha: Jueves 23 de octubre, día consagrado al ritual del choque de cascos
- Hora: 18:15 horas, cuando los dioses del horario estelar lo decreten
- Transmisión: Por los altares de Fox Sports, Amazon Prime Video y DAZN, donde los fieles pueden realizar sus ofrendas monetarias
Así, entre estrategias incomprensibles y estadísticas que se leen como versículos sagrados, otra jornada del gran circo mediático está por comenzar. Porque en el fondo, todos sabemos que no se trata de ganar o perder, sino de mantenernos convenientemente distraídos mientras el mundo real espera fuera del estadio.



















