La ONU requiere una reforma urgente e impostergable
CIUDAD DE MÉXICO.- En un espectáculo de contorsionismo retórico que habría envidado el mismo Jonathan Swift, Juan Ramón de la Fuente, máximo jerarca de la Secretaría de Relaciones Exteriores, proclamó con solemnidad casi religiosa que la Organización de las Naciones Unidas requiere ineludible, urgentemente y con carácter de emergencia planetaria, una reforma que, por supuesto, llevamos setenta y nueve años esperando.
Durante su homilía en la conmemoración del octogésimo aniversario de la ONU, bautizada con el esperanzador título “Construyendo nuestro futuro en conjunto: México en la ONU y la ONU en México”, el canciller la ensalzó como institución absolutamente indispensable, como esos muebles antiguos que nadie usa pero que resultan demasiado valiosos para tirar, y mencionó de pasada que Palestina merece ser reconocido como miembro, en ese eterno juego de espera celestial donde algunos países tienen veto divino y otros esperan en la antesala de la historia.
“Y, por cierto, hay algunos que todavía están esperando y merecen ser miembros de la ONU con pleno derecho, como es el caso del Estado Palestino“, declaró el oráculo de Relaciones Exteriores, como si anunciara que la mesa de honor tiene un lugar vacío que nunca llegan a ocupar.
“Reconocer lo mucho que le debemos y, al mismo tiempo, expresar sin titubeos, con claridad, lo mucho que requiere una transformación y una reforma, pero no para quedarnos en la crítica por sus limitaciones, sino para empeñarnos comprometidamente, y luchar por su transformación desde adentro, que es desde donde puede haber mayores posibilidades de alcanzarla”, filosofó el secretario, en lo que parece ser la versión diplomática de “hay que destruir el sistema desde dentro”, pero con corbata y discurso protocolario.
La sagrada doctrina del multilateralismo mexicano
Invocó que continúe el apoyo a la ONU con solidaridad inquebrantable y manteniendo “el espíritu crítico y propositivo”. Subrayó la “enorme coincidencia” entre los principios fundamentales de la Carta de las Naciones Unidas y los principios constitucionales de política exterior de México, como si la Constitución y la Carta fueran almas gemelas separadas al nacer.
Al ensalzar que México es una nación multilateralista, Juan Ramón de la Fuente señaló que se necesita un sistema internacional renovado, más robusto y con reglas claras y acordadas. “Las imposiciones unilaterales no son compatibles con un sistema multilateral”, expresó, en lo que parece una crítica velada a aquellos países que creen que el mundo es su patio trasero.
Ratificó que se mantendrá la solidaridad con la ONU y una posición crítica para poder encontrarle alternativas a los problemas que la aquejan cotidianamente. “Una reestructuración es posible dentro del sistema de Naciones Unidas solamente si se hace un trabajo político intenso desde las bases. Nosotros, los pueblos”, declaró, en un momento de inspiración casi revolucionaria que seguramente hará temblar los cimientos de los edificios de cristal en Nueva York.
El ritual de los aplausos póstumos
Antes de comenzar el ceremonial, el canciller De la Fuente solicitó recordar con aplausos al embajador emérito Jorge Eduardo Navarrete, fallecido el jueves y quien fue representante de México en la ONU, en ese tradicional homenaje donde la diplomacia muestra su lado más humano, justo antes de volver a discutir sobre sanciones, vetos y guerras por procuración.




















