Tragedia minera en Sonora cobra la vida de dos trabajadores

Lecciones de una Tragedia Evitable: La Seguridad Minera desde la Trinchera

La mina Buenavista del Cobre, escenario del fatal accidente.

Con el corazón apesadumbrado, recibo la noticia de que Grupo México confirmó un siniestro en la mina Buenavista del Cobre, en Cananea, Sonora, que culminó con el deceso de dos colaboradores. He vivido suficientes décadas en este sector para reconocer el patrón: la noticia escueta, la promesa de investigar y el dolor que, una vez más, se cuela por las grietas de nuestros protocolos.

La empresa, un gigante cuprífero a nivel global, no especificó la cadena de eventos que desencadenó esta fatalidad en una de sus subsidiarias. Sin embargo, sí hizo públicos los nombres de los caídos: Roberto Alonso Gil Navarro, de 42 años, y Manuel Reyes Moroyoqui, de 38. Dos vidas en la plenitud, truncadas. En mi experiencia, cuando los comunicados son vagos sobre las causas, suele indicar que se trató de un fallo sistémico, algo que todos en la industria tememos más que a una veta pobre.

La Respuesta Protocolaria: ¿Gestión de Crisis o Duelo Auténtico?

El parte oficial indicó que se alertó con celeridad a las autoridades competentes y a los familiares. Se mencionó el ofrecimiento de respaldo a los deudos y a la comunidad sindical. He estado en esas salas de crisis; sé de memoria el guion. “Estamos comprometidos con apoyar a sus familias”, dice el comunicado. La verdadera prueba de ese compromiso, lo he aprendado a lo largo de los años, no está en las palabras, sino en las acciones posteriores: en la transparencia de la investigación interna, en el apoyo económico y psicológico continuo, y en la implementación inmediata de medidas correctivas que eviten la repetición de la historia.

El Duelo Colectivo y la Sólida Pared de Silencio

El Ayuntamiento de Cananea emitió un mensaje de condolencias, uniendo su pesar al de los allegados y colegas de los fallecidos. Son gestos necesarios, un bálsamo temporal para una herida profunda. Pero, tras décadas en este oficio, he visto que el consuelo institucional se desvanece si no va acompañado de respuestas claras. El mensaje municipal, emotivo y solidario, choca contra el muro de lo que aún no se sabe: las circunstancias precisas del accidente.

Este silencio sobre los detalles, mientras autoridades y la corporación guardan reserva, es el vacío más doloroso. Es el mismo vacío que he visto alimentar la desconfianza en comunidades mineras una y otra vez. La sabiduría práctica nos enseña que, en la minería, la confianza es el activo más valioso y el más frágil. Se construye con años de trabajo seguro y se quiebra en un solo instante de opacidad. Hasta que no se ilumine qué falló en las profundidades de Buenavista, la sombra de la duda seguirá siendo tan pesada como el mineral que extraen.

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