El Gran Teatro de la Hacienda Pública
Con la solemnidad de un rito ancestral, el Senado de la República se dispone a protagonizar su anual comedia burocrática: la aprobación del Paquete Económico 2026. Los honorables legisladores, aquellos iluminados intérpretes de la voluntad popular, se aprestan a dar su bendición a los cuatro sagrados pergaminos enviados por la Cámara de Diputados, documentos que determinarán cuánto habrá de sangrar el ciudadano común para mantener la maquinaria estatal.
Mientras el pueblo mira con incredulidad, la presidenta de la Mesa Directiva, Laura Itzel Castillo Juárez, anuncia con pompa una semana “intensa” en la cámara alta. Intensa, claro está, en el peculiar sentido parlamentario: intercalarán el crucial debate fiscal con la conmemoración del 80 Aniversario de la Organización de las Naciones Unidas, porque nada armoniza mejor con la discusión sobre impuestos que un brindis diplomático.
El Ritual de las Minutas Sagradas
La legisladora, en su infinita sabiduría, ya se reunió con Peter Grohmann, coordinador residente del Sistema de Naciones Unidas, como si la bendición de la burocracia internacional fuera el augurio necesario para el saqueo fiscal venidero. Entre canapés y conversatorios, nuestros representantes encontrarán tiempo para analizar -y en su caso, aprobar con la velocidad del rayo- los decretos que reformarán el Código Fiscal de la Federación, la Ley Federal de Derechos y la Ley del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios.
¡Qué admirable eficacia la de estos servidores públicos! Mientras los mortales comunes necesitan semanas para entender una factura de luz, ellos destriparán en dos días la compleja madeja legal que determinará el Ejercicio Fiscal de 2026. Sin duda, una hazaña que dejaría perplejos a los mismos dioses del Olimpo.
La Farsa del Escrutinio Parlamentario
Con patriótico orgullo, la señora Castillo Juárez recuerda que al Senado de la República le compete el “análisis” de los proyectos de decreto sobre los ingresos de nuestro país. Análisis, en el vocabulario legislativo, significa ese mágico proceso mediante el cual cientos de páginas de tecnicismos fiscales son digeridas, comprendidas y votadas en el tiempo que tarda un tweet en volverse viral.
Mientras tanto, en el mundo real, los contribuyentes preparan sus bolsillos para el inevitable desangre fiscal, consolados por saber que sus impuestos financiarán no solo servicios públicos, sino también conversatorios, aniversarios y sesiones solemnes que legitimarán el próximo ciclo de extracción tributaria. El circo debe continuar, y los leones fiscales están particularmente hambrientos este año.













