Rosalía consagra el templo del techno con himno poliglota

En un acto de suprema benevolencia artística, la suma sacerdotisa del flamenco posmoderno ha descendido de su Olimpo particular para conceder a los mortales una nueva profecía sonora. Tras un silencio cósmico de tres largos años –eternidad en la era del consumo musical instantáneo–, Rosalía nos honra con “LUX”, un proyecto que promete redefinir el concepto mismo del sonido, o al menos llenar los algoritmos de las plataformas de streaming.

Su último canto, bautizado como “Berghain”, no es una simple canción: es un tratado diplomático en tres idiomas que aspira a unificar las tribus globales bajo el estandarte de la percusión digital. Con la bendición de la deidad nórdica Björk –cuya voz parece surgir de una gruta de cristales ancestrales– y los toques sacrílegos del DJ Yves Tumor, la composición erige una catedral sónica donde el español llora, el inglés reflexiona y el alemán ordena rígidamente el compás. ¡He aquí el esperanto del siglo XXI, envuelto en auto-tune y nostalgia flamenca!

El álbum, una colosal obra de dieciocho movimientos según la sagrada escritura de Rolling Stone, se nos presentará como los mandamientos de una nueva ley musical. Que nadie espere simples estrofas y estribillos; esto es una peregrinación auditiva hacia el altar del techno, donde Rosalía, cual pitonisa de las ondas hertzianas, canta en alemán para demostrar que el duende no entiende de fronteras, solo de regalías internacionales. Una obra maestra de la hibridación cultural, o el más exquisito producto de la máquina de branding contemporáneo.

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