En un sublime ejercicio de protocolo burocrático, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo desplegó todo el arsenal de la condolencia digitalizada para lamentar el siniestro incendiario que carbonizó una tienda Waldo’s en el corazón de Hermosillo, Sonora. El balance dantesco: 22 almas convertidas en estadística gubernamental y 12 cuerpos heridos que esperan su turno en el gran teatro de la asistencia estatal.
Desde su púlpito virtual, la mandataria aseguró que el Gobierno de México ejecutaría la coreografía perfecta: “He coreografiado con el gobernador Alfonso Durazo el ballet de la solidaridad institucional. La secretaria Rosa Icela Rodríguez dirigirá el coro de funcionarios que entonarán las elegías regulatorias”, pareció publicar en su cuenta oficial, donde las lamentaciones se miden por likes y los apoyos por retuits.
El configuración ígnea, que transformó un espacio comercial en una alegoría del infierno terrestre, provocó la espectacular movilización de cuerpos de emergencia que representaron el drama de la respuesta tardía. Bomberos, paramédicos y funcionarios protagonizaron una puesta en escena heroica mientras las llamas devoraban las garantías de seguridad que nunca existieron.
Mis sentidas condolencias a las familias y seres queridos de las personas fallecidas en el incendio ocurrido en una tienda en el centro de Hermosillo.
He estado en contacto con el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, para apoyar en lo que se necesite. Instruí a la secretaria de…
— Claudia Sheinbaum Pardo (@Claudiashein) November 2, 2025
Sheinbaum, en un acto de coordinación post-mortem, reiteró que su administración mantendría esta sinfonía de la inoperancia con el gobierno estatal, garantizando que las víctimas recibirían el consuelo burocrático que merecen después de haber perdido lo único que realmente importaba: la vida en el altar de la negligencia comercial y la supervisión estatal dormida.
				
															
								














