El Senado de Estados Unidos dio un paso crucial hacia la reapertura del gobierno federal este domingo, tras más de cinco semanas de un cierre parcial que ha paralizado servicios esenciales y dejado a miles de empleados públicos sin salario. La moción procedimental, aprobada por 60 votos a favor frente a 40 en contra, allana el camino para un acuerdo bipartidista que permitirá financiar las operaciones gubernamentales hasta finales de enero. Este avance fue posible gracias al respaldo de un grupo de senadores demócratas moderados que aceptaron avanzar sin garantías inmediatas sobre la extensión de los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible, una concesión que ha generado profundas divisiones dentro del partido y ha puesto de manifiesto las tensiones estratégicas en un escenario político altamente polarizado.
El núcleo del acuerdo reside en una solución temporal que prioriza la reanudación de los servicios federales, al tiempo que establece un calendario concreto para abordar la espinosa cuestión de los créditos fiscales sanitarios. La legislación prevé una votación específica en diciembre sobre la prórroga de estos subsidios, cuyo vencimiento está previsto para el 1 de enero. Aunque la aprobación final del paquete completo podría demorarse varios días si surgen objeciones durante el proceso legislativo, el respaldo inicial marca un punto de inflexión después de semanas de estancamiento. El líder de la mayoría republicana en el Senado, John Thune, respaldó inmediatamente el compromiso y convocó la votación, declarando que “el momento de actuar es ahora”, una afirmación que refleja la urgencia de la situación.
Entre los principales impulsores de la negociación figuraron las senadoras demócratas Jeanne Shaheen y Maggie Hassan de Nuevo Hampshire, junto con el senador independiente Angus King de Maine. Este grupo aceptó avanzar con tres proyectos de gasto bipartidistas y extender la financiación para el resto del gobierno, un movimiento que fue criticado por la cúpula de su propio partido. A cambio, obtuvieron el compromiso de una votación en diciembre sobre los subsidios de salud, un premio consuelo que no logró calmar a la base progresista. La medida también incluye la reversión inmediata de los despidos masivos realizados durante el cierre y establece el pago retroactivo para todos los empleados federales afectados, una disposición crucial para mitigar el daño económico a las familias.
La fractura dentro del Partido Demócrata se hizo evidente con el voto en contra del líder de la minoría, Chuck Schumer, quien se alineó con la mayoría de su bancada. “No puedo apoyar este acuerdo de buena fe”, manifestó Schumer tras una reunión interna de más de dos horas, subrayando su desacuerdo con la estrategia de los moderados. El senador Bernie Sanders calificó la decisión de estos como un “error terrible”, mientras que Chris Murphy de Connecticut recordó que los votantes respaldaron a los demócratas “para mantenerse firmes” tras las últimas elecciones. Esta división ilustra el dilema al que se enfrenta el partido: equilibrar la necesidad práctica de reabrir el gobierno con la defensa de principios políticos fundamentales para su electorado.
Las críticas no se limitaron al Senado. En la Cámara de Representantes, los demócratas expresaron su descontento con vehemencia. El representante Greg Casar, presidente del Caucus Progresista, calificó el pacto de “traición” a los votantes y afirmó en la red social X que “aceptar solo una promesa vacía de los republicanos no es un compromiso, es una capitulación”. Por su parte, la congresista Angie Craig ironizó sobre la solidez del acuerdo, señalando que “si la gente cree que esto es un negocio, tengo un puente que venderles”. El líder demócrata en la Cámara, Hakeem Jeffries, culpó directamente a los republicanos de la crisis, afirmando que “Donald Trump y el Partido Republicano son responsables del desastre tóxico que han creado en nuestro país”.
Mientras tanto, los efectos del cierre gubernamental, que comenzó el 1 de octubre, se han intensificado y extendido por toda la economía nacional. Según datos de la plataforma FlightAware, más de 2.000 vuelos fueron cancelados y otros 7.000 sufrieron retrasos únicamente el domingo, creando un caos en los viajes aéreos en vísperas de la temporada de Acción de Gracias. El secretario del Tesoro, Sean Duffy, advirtió en una entrevista con CNN que los viajes previos a esta festividad “se reducirán drásticamente” si el gobierno no reabre, pronosticando un impacto económico adicional significativo. En el ámbito social, millones de beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria enfrentan demoras en la recepción de sus ayudas, lo que ha llevado al Banco de Alimentos del Área de la Capital a anunciar la distribución de 8 millones de comidas adicionales, un aumento del 20% respecto a su previsión inicial.
El camino hacia la votación de diciembre sobre los subsidios de salud se presenta lleno de incertidumbre. El presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, ya ha advertido que no se compromete a someter el tema a votación, lo que supone un obstáculo formidable para la materialización del acuerdo. Algunos republicanos están dispuestos a extender los créditos fiscales para evitar un aumento abrupto de las primas de seguros médicos, aunque exigen a cambio la imposición de nuevos límites sobre los beneficiarios. En este contexto, el expresidente Donald Trump volvió a criticar la ley sanitaria en una publicación, describiéndola como “el peor sistema de atención médica al precio más alto”, un recordatorio de que el debate sobre la reforma sanitaria sigue siendo una de las fracturas políticas más profundas en Estados Unidos.
Este acuerdo representa, en esencia, una tregua temporal en una guerra política que está lejos de resolverse. Aunque el Senado ha dado el primer paso concreto para poner fin al cierre más largo en años, las concesiones realizadas por los demócratas moderados y la feroz oposición interna sugieren que las batallas más decisivas, particularmente en torno al sistema de salud, se librarán en las próximas semanas. El compromiso ha logrado desbloquear una situación insostenible, pero lo ha hecho a costa de exponer las profundas grietas en la estrategia legislativa demócrata y de posponer un debate que promete ser aún más contencioso en diciembre.















