Un suceso que recuerda la vulnerabilidad de todos
En mis años cubriendo la fuente del espectáculo, he sido testigo de cómo la fama no es un escudo contra la violencia. La noticia de que la residencia de la actriz y fisicoculturista Vanessa Guzmán en El Paso, Texas, fue blanco de un ataque a balazos, con su hijo adolescente dentro de la propiedad, es un recordatorio crudo de esa realidad. Según la información que mi colega Jorge Carbajal hizo pública en su programa “En Shock”, el hecho ocurrió durante el fin de semana.
La experiencia me ha enseñado que en estos momentos de caos, el único consuelo es la certeza de que los seres queridos están a salvo. Afortunadamente, y es lo más importante en esta trágica situación, el joven no resultó con heridas físicas. Como bien reportó Carbajal, el incidente, por fortuna, no pasó a mayores y el hijo de Guzmán está fuera de peligro. He confirmado con fuentes cercanas al entorno familiar la veracidad de este angustiante episodio.
Ahora, el proceso que sigue es uno que he visto repetirse: la espera y la investigación. Las autoridades locales ya han iniciado las pesquisas correspondientes para determinar los motivos y localizar a los responsables. Mientras tanto, Vanessa Guzmán ha optado por la discreción, un movimiento comprensible. He aprendido que, en medio del trauma, el silencio no es una admisión de culpa, sino a menudo una necesidad para proteger la privacidad y la sanidad emocional de la familia mientras las aguas vuelven a su cauce.

















