Una Brecha Peligrosa en la Supervisión Nuclear
Desde mi experiencia siguiendo la diplomacia nuclear, puedo afirmar que cuando el Organismo Internacional de Energía Atérómica (OIEA) pierde la “continuidad del conocimiento”, como señala su último informe confidencial, nos enfrentamos a una situación de máxima gravedad. No es una simple discrepancia burocrática; es como si el guardián de un arsenal hubiera perdido las llaves. Tras los bombardeos de junio por parte de Israel y Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes, la agencia ya no puede verificar el estado de las reservas de uranio cercanas al grado armamentístico. He visto cómo estos vacíos de información, que deben abordarse urgentemente, son el caldo de cultivo perfecto para la desconfianza y la escalada internacional.
El Umbral de lo Inaceptable
Los datos son elocuentes y, en este oficio, he aprendido a leer entre líneas. El último informe del OIEA de septiembre detalla que Irán mantiene una reserva de 440,9 kilogramos de uranio enriquecido al 60%. Técnicamente, es un paso corto para alcanzar el nivel del 90% necesario para un artefacto. Como bien advirtió el director general Rafael Grossi, ese inventario tiene el potencial teórico para construir hasta diez bombas nucleares. He escuchado durante años a Teherán insistir en la naturaleza pacífica de su programa, pero la comunidad de inteligencia y los organismos de control coinciden en que el país tuvo un programa de armas organizado hasta 2003. La teoría y la práctica a menudo divergen, y en este caso, la capacidad latente es tan alarmante como la intención declarada.
La Estrategia de la Obstrucción
En mis numerosas interacciones con diplomáticos, he observado que la condicionalidad es una táctica clásica de los regímenes bajo presión. La respuesta de Irán, condicionando cualquier cooperación a la decisión de su Consejo Supremo de Seguridad Nacional, no es más que una estratagema dilatoria. Según los acuerdos de salvaguardias, Teherán está obligado a producir un “informe especial” detallando el estado de su material nuclear tras eventos como ataques. Negar el acceso a los inspectores a los sitios afectados por la guerra, mientras se permite el acceso a instalaciones no dañadas, es un movimiento calculado. Es como permitir que la policía revise la sala de estar, pero no el sótano donde se guardan los elementos más sensibles.
El Precio del Aislamiento
He sido testigo de cómo las sanciones, esas “medidas aplastantes” reimpuestas por la ONU, son un arma de doble filo. Si bien congelan activos, detienen acuerdos de armas y penalizan el desarrollo de misiles, su efecto más profundo es aislar al país y estrangular su economía. Irán, en un acto de desafío, suspendió la cooperación con el OIEA. Sin embargo, la lección que he aprendido a lo largo de los años es que la falta de transparencia en asuntos nucleares solo genera más presión internacional. Las potencias europeas no reimponen sanciones por capricho; lo hacen ante la falta de claridad, la negativa a cooperar plenamente y la ausencia de diálogo directo con Estados Unidos. Irán está legalmente obligado a cooperar bajo el Tratado de No Proliferación Nuclear, y su incumplimiento solo profundiza su crisis. En este complejo tablero geopolítico, la opacidad es el peor aliado de la estabilidad.




















