La violencia cancela la conmemoración de la Revolución en Michoacán

Un Sintomático Silencio Cívico: Cuando la Violencia Reescribe Nuestras Tradiciones

Foto: El Universal.

¿Qué sucede cuando los símbolos de unidad nacional son secuestrados por la sombra de la inseguridad? En el municipio de Salvador Escalante, Michoacán, las autoridades han anunciado la suspensión del desfile conmemorativo del CXV Aniversario de la Revolución Mexicana, un acto que trasciende la mera cancelación de un evento y se erige como un potente indicador del estado de la nación.

La administración de la alcaldesa Dayana Pérez Mendoza, del Partido Verde Ecologista de México, atribuyó la determinación a las autoridades educativas. Sin embargo, esta narrativa oficial choca frontalmente con la percepción ciudadana, que vislumbra un panorama más crudo y complejo.

Mediante un comunicado oficial, el gobierno municipal detalló que, tras una reunión de trabajo con los directores del sector educativo, fue este último estamento quien decidió no llevar a cabo el desfile escolar. “Después de un análisis detallado… fue el propio sector educativo quien determinó…”, citó el boletín, en un intento de trasladar la responsabilidad.

La Voz Ciudadana: Una Realidad que Traspasa el Discurso Oficial

Ana Laura, madre de familia en la Región Lacustre, desmonta la versión institucional con crudeza: “¿qué mamá o papá va a querer arriesgar a sus hijos a que en pleno desfile se agarren a balazos, como pasa a diario en Santa Clara, en Zirahuén o en Opopeo?… ¡pues nadie!”.

Con dos hijos en educación primaria, Ana Laura calificó de irresponsable el comunicado municipal, acusando a la alcaldesa de carecer de valor para asumir la verdadera razón: el flagelo de la violencia. “Ella es la que debe tomar ese tipo de decisiones por el bien de la gente… pero ahora resulta que hasta se lava las manos”, recriminó.

Un Contexto de Inseguridad Creciente

Este episodio no es un hecho aislado. Apenas el pasado lunes, un grupo armado del Cártel Jalisco Nueva Generación atacó a fuerzas federales y estatales en la localidad de La Cantera, en la tenencia de Zirahuén.

La cancelación en Salvador Escalante se suma a la del municipio de Uruapan, anunciada el 12 de noviembre tras el asesinato del alcalde Carlos Alberto Manzo Rodríguez. Aquel ayuntamiento sí fue directo: la decisión se tomó “priorizando la seguridad y tranquilidad de todas las familias”.

Este silencio donde deberían resonar los pasos de la conmemoración no es una simple ausencia; es un grito. Un grito que expone cómo la violencia ha reconfigurado la vida pública, obligando a una retirada cívica y cuestionando la capacidad del Estado para garantizar los espacios de celebración colectiva. La Revolución que una vez se luchó en los campos de batalla hoy encuentra un frente nuevo y siniestro: la batalla por la normalidad en medio del caos.

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