Una Exigencia que Resuena en los Pasillos del Poder
La dirigencia nacional y un grupo de senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) han alzado la voz para demandar la destitución inmediata de Rosario Piedra Ibarra, al frente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). La acusación central es contundente: una omisión cómplice frente a las detenciones ilegales y la represión ejercida por elementos de la policía antimotines en la capital durante la manifestación de la Generación Z el 15 de noviembre.
Los Hechos: ¿Qué Ocultaron las Cámaras?
Nuestra investigación revela que, durante la citada movilización ciudadana, se registraron múltiples incidentes de aprehensión arbitraria y uso excesivo de la fuerza por parte de los granaderos. Las imágenes y testimonios recabados, que han circulado de manera profusa en plataformas digitales, pintan un cuadro de actuación policial que, según expertos consultados, vulnera protocolos básicos. La pregunta que flota en el ambiente es inevitable: ¿por qué la máxima defensora de las garantías individuales en el país guardó un silencio ensordecedor?
La Respuesta Institucional: Un Vacío que Habla
Fuentes al interior del PRI, que accedieron a hablar bajo condición de anonimato, sostienen que la inacción de la titular de la CNDH no es un hecho aislado, sino la gota que derramó el vaso en una gestión marcada por las controversias. “Su renuncia es imperativa para recuperar la credibilidad de una institución que está siendo erosionada”, afirmó uno de los legisladores involucrados en el emplazamiento. Este movimiento político no es una simple declaración; es un cuestionamiento directo a la efectividad y autonomía del organismo garante.
Las Consecuencias: Una Crisis que se Profundiza
¿Estamos ante el principio del fin de una gestión? La presión sobre Piedra Ibarra se intensifica en un contexto nacional donde la defensa de los derechos fundamentales es más crucial que nunca. Esta exigencia de dimisión podría desencadenar un efecto dominó, llevando a un escrutinio público sin precedentes sobre el papel real de la CNDH y su capacidad para enfrentarse a los abusos de poder. La conclusión de esta investigación periodística apunta a una verdad incómoda: el silencio de la defensora puede ser más elocuente y dañino que la represión que se niega a nombrar.












