La Revolución que Vi Nacer: Del Mostrador a la Pantalla
Recuerdo cuando, hace ya más de una década, intentaba convencer a pequeños comerciantes de la eficiencia de las Terminales Punto de Venta. La resistencia era feroz; se aferraban al efectivo como a un tesoro. Hoy, ver cómo las transacciones con tarjetas de crédito y débito han crecido casi un 90% me demuestra una lección clave: la adopción tecnológica no es lineal, es un tsunami que, cuando llega, lo cambia todo. La experiencia me ha enseñado que las cifras no mienten: un crecimiento del 502% en la apertura de cuentas digitales entre 2017 y 2024 no es una simple estadística, es el pulso de una nación que está saltando etapas del desarrollo financiero tradicional.
El Ocaso de las Sucursales y el Estancamiento de los Cajeros
He recorrido el país de punta a punta, y es palpable el silencio que empieza a reinar en lo que fueron bulliciosas sucursales bancarias. Una caída del 16% en estos espacios físicos no es una derrota, es la reasignación de recursos hacia donde el cliente realmente está: en su teléfono. Sin embargo, un veterano como yo también observa con preocupación el estancamiento en el número de cajeros automáticos. En la práctica, esto crea una tensión: mientras avanzamos hacia lo digital, no podemos dejar atrás a segmentos de la población o a regiones que aún dependen críticamente del acceso al efectivo físico. La entrada de competidores no bancarios en la provisión de TPV, que explica la reciente caída en establecimientos con estos terminales, es otro recordatorio de que el ecosistema financiero ya no es un coto cerrado.
El Mapa de la Inclusión: Lecciones de la Geografía Financiera
En mis años analizando los índices de inclusión, he aprendido que el progreso no es uniforme. Ver a entidades como Baja California Sur y Coahuila escalar posiciones es alentador; muestra que las políticas locales focalizadas pueden generar avances tangibles. Pero la persistencia de Chiapas, Oaxaca y Guerrero en los últimos lugares es un recordatorio crudo de una lección dura: la infraestructura digital y financiera requiere de bases sólidas de desarrollo social y económico. No basta con ofrecer una aplicación; hay que construir confianza, educar y garantizar conectividad. El liderazgo indiscutible de la Ciudad de México en 12 de las 14 variables evaludas confirma una brecha que hemos visto en otros países: la capital often se convierte en un ecosistema de prueba y adopción, mientras el interior lucha por seguir el ritmo.
Como me dijo una vez un colega, la verdadera inclusión financiera no se mide solo por el número de cuentas abiertas, sino por la capacidad de las personas de utilizar esos servicios para mejorar sus vidas. Ese es el desafío que viene, y los datos del Índice Banamex son la brújula que nos guía en este viaje de transformación.










