La adquisición de Miss Universo en medio de la tormenta

Una Saga Empresarial Más Allá de la Belleza

Desde su creación en 1952, la Organización Miss Universo ha navegado por un océano de propietarios diversos, iniciando con una firma textil de California, Pacific Knitting Mills, hasta desembocar en las manos del magnate Donald Trump a través de IMG Worldwide. Este viaje corporativo culmina, por ahora, con una adquisición que desafía los paradigmas tradicionales de los negocios del espectáculo.

El visionario mexicano Raúl Rocha Cantú, un estratega con un portafolio que abarca desde la energía hasta la hotelería, y anterior propietario del Casino Royale, utilizó su conglomerado, Legacy Holding Group, para tejer una red de inversiones antes de lanzarse a la conquista del certamen global.

Una Transacción Nacida de la Crisis

En un movimiento que redefine la resiliencia financiera, Rocha Cantú se convirtió en copropietario de la Organización Miss Universo en octubre de 2023. Su empresa, Legacy Holding Group USA Inc.</strong., adquirió el 50% de las acciones de JKN Global Content, propiedad de la empresaria tailandesa Anne Jakkaphong Jakrajutatip. Esta alianza, formalizada en un comunicado conjunto, no fue solo una compra; fue una estrategia de supervivencia y expansión diseñada para internacionalizar la marca y descubrir nuevos horizontes de marketing.

La operación, valorada en 16 millones de dólares, se cerró mientras JKN luchaba contra una severa crisis de liquidez y un proceso de quiebra, un contexto que actuó como catalizador de la venta. El acuerdo reconfiguró el mapa operativo: la sede mexicana de LHG asumió el control de las operaciones en el continente americano, mientras que la base tailandesa de JKN retuvo la administración de Asia y otros territorios.

Las Implicaciones de un Cambio de Guardia Disruptivo

La Miss Universe Organization opera como una máquina comercial que gestiona derechos de marca, licencias, la producción del espectáculo, transmisiones, patrocinios y un sistema de franquicias. Esta arquitectura flexible permite que su propiedad sea un tablero de ajedrez dinámico, donde las piezas se mueven mediante acuerdos de compraventa, como el que ejecutó Rocha Cantú.

Este no es el primer terremoto en la estructura propietaria. En 2020, JKN había comprado IMG Worldwide por 20 millones de dólares, que a su vez había adquirido el certamen de Donald Trump en 2015. Cuando una empresa matriz como JKN se enfrenta a la insolvencia o a investigaciones regulatorias, la venta de sus activos se somete a un escrutinio intenso: auditorías meticulosas, marcos regulatorios complejos y el potencial de impugnaciones legales. Las deudas y los problemas financieros de la entidad vendedora pueden proyectar una larga sombra sobre los nuevos accionistas, generando riesgos reputacionales, sanciones operativas o una profunda inestabilidad. Incluso la esencia del concurso puede transformarse, ya que los nuevos dueños tienen el poder de reescribir los criterios, los requisitos de participación y los mecanismos de adjudicación.

La era de Rocha Cantú ha estado lejos de ser tranquila. La organización se ha visto envuelta en un torbellino de controversias, serios cuestionamientos sobre su transparencia, denuncias de irregularidades y, de manera más alarmante, acusaciones penales contra el propio empresario por presunto tráfico de armas, hidrocarburos y estupefacientes. Estas investigaciones han vinculado a Rocha Cantú con una presunta red de crimen organizado, introduciendo un nivel de incertidumbre sin precedentes sobre su idoneidad como accionista mayoritario y sembrando dudas existenciales sobre el legado y el porvenir de esta institución global.

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