La lesión de Ocampos que nació de una emergencia familiar

La imprevisibilidad de la carrera de un futbolista

En mis años cubriendo el deporte, he visto de todo: lesiones en el minuto final de un entrenamiento, torceduras en celebraciones y, como en el caso de Lucas Ocampos, percances que ocurren lejos de los reflectores del estadio, en la vida cotidiana donde los atletas son, ante todo, personas. La noticia de que el delantero de Rayados de Monterrey se perderá los cuartos de final contra el América por una fractura de radio en la muñeca derecha es un recordatorio crudo de esta realidad. No fue una entrada fuerte la que lo lesionó, sino una emergencia familiar que lo llevó a actuar como cualquier padre.

La frustración de la afición, la Pandilla, es comprensible. Recuerdo una situación similar con otro jugador clave antes de una final; la incredulidad inicial siempre da paso a la especulación. Algunos seguidores ya señalaban a Ocampos por su historial de molestias físicas, especialmente tras su salida temprana en la final del Apertura 2024. Sin embargo, la experiencia me ha enseñado a esperar a todos los detalles antes de juzgar. La verdad suele ser más compleja que un simple titular.

El accidente: cuando la vida se interpone en el camino

Fue el periodista Willie González quien reveló la cadena de eventos. La anécdota es tan humana que duele: la hija de Ocampos sufre un accidente ecuestre. Él, en un acto de paternidad inmediata, sale disparado de su casa. Pero la vida tiene sus obstáculos: un auto lo tenía su esposa y el Tesla no tenía carga. En el calor del momento, la opción más rápida fue un monopatín eléctrico. He hablado con muchos deportistas sobre estos instantes de decisión; la adrenalida nubla la evaluación del riesgo. Ocampos, impulsado por la preocupación, aceleró a toda velocidad en una bajada, perdió el control y salió despedido.

El relato de que se golpeó la cabeza, quedó inconsciente en la calle y sufrió un impacto brutal en el pómulo derecho antes de fracturarse la muñeca al intentar amortiguar la caída es aleccionador. Él mismo, según se reporta, no recuerda cómo sucedió. Esto nos muestra lo frágil que es el estado físico de un atleta de élite. Una temporada completa de trabajo puede verse comprometida en un segundo de un incidente doméstico.

Reflexión final: más allá del juego

El video que circula, mostrando a Ocampos ensangrentado y sentado en la banqueta, trasciende lo deportivo. Genera una reacción mixta, como debe ser: preocupación genuina por su bienestar y, a la vez, crítica por la falta de precaución en un momento crucial para el club. He aprendido que en el alto rendimiento, la gestión del riesgo no termina cuando se sale del campo de juego. Esta lesión es un golpe significativo para los Rayados, que sin duda dependían de su talento ofensivo para la eliminatoria contra las Águilas.

La lección que queda, una que repito a los jugadores jóvenes con los que trabajo, es que la profesión exige un cuidado las 24 horas del día. Sin embargo, también es un recordatorio de que existen prioridades que están por encima de un partido de fútbol. La reacción de un padre ante una emergencia de su hija es instintiva e irracional. A veces, la vida simplemente pasa, y el deporte, con toda su pasión y exigencia, debe entenderlo.

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