La Infraestructura y el Conocimiento Ya Están Aquí: Una Visión desde la Trinchera
Después de más de dos décadas trabajando en el sector de las energías renovables, puedo afirmar con la certeza que da la experiencia: México no solo tiene la capacidad técnica, sino también el talento humano para liderar su propia revolución energética. He visto proyectos nacer en un pizarrón y convertirse en centrales que alimentan a miles de hogares. La clave, como bien señaló mi colega Miguel Robles Pérez del IER-UNAM, no es solo lo que tenemos, sino cómo conectamos los puntos.
Recuerdo un proyecto eólico temprano en Oaxaca que casi fracasa no por la tecnología, sino por la falta de un diálogo genuino con las comunidades. Fue una lección dolorosa que me enseñó que la vinculación entre gobierno, industria y academia no es un eslogan bonito; es el cemento que evita que los cimientos se resquebrajen. Sin esta colaboración trilateral, incluso la idea más brillante se queda en un paper académico.
El Motor que No Se Puede Detener
Cuando Robles Pérez menciona que el crecimiento es “sostenido y con tendencias a ir cada vez más rápido”, sus palabras resuenan con lo que vivo a diario. Es un fenómeno fascinante. Hay una inercia de mercado, una presión social y una racionalidad económica que han creado una bola de nieve. He sido testigo de cómo, incluso en periodos de incertidumbre regulatoria, las empresas privadas y los desarrolladores siguen invirtiendo en parques solares y eólicos. El tren de la transición energética ya arrancó y es imparable.
Hoy, nuestras centrales termosolares en el desierto o los complejos fotovoltaicos distribuidos son una realidad tangible. Esto no es teoría. He caminado entre esos espejos parabólicos y esos paneles, y he constatado cómo estamos dejando atrás, lentamente pero sin pausa, la era de los combustibles fósiles.
El Futuro es Distribuido y Colaborativo
La verdadera disrupción, en mi opinión, está en la generación distribuida. Hace años, la energía era un monólogo de grandes centrales. Hoy, es una conversación donde cada hogar, cada negocio, puede ser un productor. Instalar paneles solares térmicos y sistemas de baterías ya no es un gesto hippie, es una decisión inteligente de negocio y autonomía. La conclusión de Robles Pérez es la gran lección que he aprendido: ningún actor puede hacerlo solo. La colaboración integral es el único camino para consolidar un sistema energético resiliente, limpio y soberano para México.















