Una Transición Pactada: Lecciones sobre el Ciclo del Poder
En mi larga trayectoria observando las dinámicas del poder en México, he aprendido que las transiciones en cargos de alta responsabilidad rara vez son simples. La reciente confirmación de la presidenta Claudia Sheinbaum sobre la salida de Alejandro Gertz Manero de la Fiscalía General de la República (FGR) es un ejemplo clásico de lo que, en la práctica, significa cerrar un ciclo institucional. Desde fuera, estos movimientos pueden parecer abruptos, pero la experiencia te enseña que suelen ser el resultado de un proceso deliberado.
Sheinbaum, en Palacio Nacional, fue clara: no hubo resistencia. Esta afirmación, que podría pasar por un mero formalismo, encierra una lección crucial sobre la gestión gubernamental. He visto cómo forzar una salida genera fracturas profundas, mientras que una negociación que otorga una salida digna, como una designación en una embajada, suele preservar la estabilidad de la institución. La frase “Se cumplió un periodo, inicia otro” no es un cliché; es la constatación de que los tiempos políticos, como los legales, tienen un ritmo propio que los actores experimentados reconocen y acatan.
La insistencia de la prensa sobre una posible reticencia del fiscal es comprensible, pero refleja una visión a veces demasiado confrontacional de la política. La respuesta de la mandataria, “él acepta irse a una embajada”, subraya un principio que he visto validarse una y otra vez: en los altos niveles, la discreción y los acuerdos tácitos son la moneda común. El llamado a no “comer ansias” sobre el destino diplomático específico es más que una evasiva; es un recordatorio práctico de que estos procesos tienen sus pasos y tiempos formales, que incluyen el aval del Senado.
Al final, lo que queda es el reconocimiento al trabajo y el inicio de una nueva etapa. Esta transición, presentada como un acto conjunto, ofrece una perspectiva matizada: lejos de los dramas mediáticos, el cambio efectivo a menudo se construye sobre acuerdos pragmáticos que priorizan la continuidad institucional sobre el protagonismo individual. Es una lección de realismo político que solo se aprecia con los años.











