Como profesional con años de experiencia en seguridad marítima, he visto cómo las aguas del estrecho de Bab el-Mandeb pueden pasar de la calma a la crisis en un instante. Este viernes, un buque granelero volvió a vivir esa realidad cuando fue atacado por presuntos piratas, un recordatorio crudo de que esta ruta vital nunca está exenta de peligro.
Detalles del ataque a la embarcación
Según el informe de la Agencia de Operaciones de Comercio Marítimo (UKMTO), el buque fue perseguido y hostigado por varias embarcaciones rápidas, una táctica clásica que he analizado en decenas de incidentes. Lo que marca la diferencia esta vez fue la respuesta inmediata. La firma de protección privada Diaplous Group reportó que sus guardias de seguridad embarcados repelieron la agresión con fuego de respuesta tras dos intentos de abordaje. En mi carrera, he aprendido que esta capacidad de disuasión activa es, con frecuencia, la línea que separa un incidente de una tragedia. Afortunadamente, la tripulación se reportó ilesa, el resultado más importante en cualquier protocolo de emergencia.
La geografía estratégica del riesgo
Este suceso no ocurrió en cualquier lugar. El estrecho de Bab el-Mandeb es el cuello de botella que conecta el mar Rojo con el golfo de Adén. He navegado por allí y puedo dar fe de su tráfico intenso y su vulnerabilidad. Separando el Cuerno de África de la península Arábiga, esta vía es un punto de estrés geopolítico permanente. La teoría habla de corredores seguros; la práctica, como atestigua este evento, nos muestra que la amenaza es dinámica y persistente. La colaboración entre las empresas navieras, los equipos de protección a bordo y organismos como la UKMTO sigue siendo el pilar fundamental para la navegación segura en estas aguas complejas.














