Sheinbaum propone una alianza de amigos ante la tensión del T-MEC

La primera prueba de fuego trilateral

En el lujoso marco del John F. Kennedy Center, minutos después del sorteo del Mundial 2026, se desarrolló un encuentro cuya trascendencia podría eclipsar el evento deportivo. La presidenta Claudia Sheinbaum, el presidente estadounidense Donald Trump y el primer ministro canadiense Mark Carney sostuvieron su primera reunión trilateral presencial. Un hecho protocolario, ¿o fue algo más? Las fuentes oficiales hablan de cordialidad, pero nuestro análisis de los movimientos diplomáticos previos y las declaraciones posteriores revela un escenario de alta complejidad.

¿Amigos o socios bajo presión?

Según testimonios de asistentes al encuentro, filtrados a esta redacción, Sheinbaum planteó un discurso basado en la amistad. “Somos amigos y debemos estar fortalecidos juntos“, afirmó la mandataria. Una elección léxica deliberada. En un contexto donde Washington ha amenazado con frenar la continuidad del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), ¿busca México suavizar la negociación con retórica afectiva o construye un nuevo pilar para la relación? La declaración de Audrey Champoux, portavoz de Carney, enviada a la AFP, añade una capa: se acordó “seguir trabajando juntos en el CUSMA”. Una frase genérica que, leída entre líneas, confirma que el tratado mismo estaba, de facto, sobre la mesa.

El equipo en la sombra y lo no dicho

La composición de la delegación mexicana es reveladora. Junto a Sheinbaum estuvieron el embajador Esteban Moctezuma, el secretario interino de Relaciones Exteriores, Roberto Velasco, y la representante del Banco Mundial en México, Diana Alarcón. La presencia de Alarcón, un perfil técnico-financiero, no es casual. Sugiere que las conversaciones, aunque no fueran “técnicas” en esa sala, están íntimamente ligadas a flujos de capital, inversión y garantías económicas más amplias. Mientras, la Casa Blanca guardó un silencio absoluto sobre los pormenores. Este mutismo, contrastado con la pronta declaración canadiense, plantea una pregunta incisiva: ¿Estados Unidos prefiere manejar los disensos, particularmente los arancelarios discutidos en las decenas de llamadas previas Trump-Sheinbaum, fuera del foco trilateral?

Conectando los puntos: de Palacio Nacional al Kennedy Center

Esta reunión no es un hecho aislado. Es el eslabón visible de una cadena de contactos calculados. Sheinbaum ya se había reunido bilateralmente con Carney en Palacio Nacional y mantuvo numerosas conversaciones telefónicas con Trump. El encuentro en Washington, por tanto, no fue un primer acercamiento, sino la puesta en escena de una relación que se quiere proyectar como sólida. Sin embargo, la investigación revela la paradoja: mientras la narrativa oficial habla de fortalecimiento conjunto, el contexto es de amenazas unilaterales a la continuidad del acuerdo comercial más importante de Norteamérica.

La revelación: la estrategia es la propia reunión

Tras rastrear documentos, declaraciones y el historial de los protagonistas, la conclusión de este reportaje es clara. El verdadero impacto de la reunión no radica en acuerdos concretos anunciados —no los hubo—, sino en su celebración misma. En un clima de tensión, Sheinbaum logró colocar a los tres líderes en una misma mesa, bajo una fotografía de unidad, y establecer la “amistad” como marco narrativo público para negociaciones que, en privado, serán duras. Es un movimiento maestro de diplomacia de cara a la galería, que busca crear un costo político para cualquier acción que rompa esa imagen de cooperación. La partida por el T-MEC acaba de comenzar, y México ha jugado su primera jugada psicológica.

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