Sheinbaum analiza la ley de paridad y advierte sobre el nepotismo

Una reflexión desde la experiencia: Paridad, mérito y el lastre del nepotismo

La noticia de que el Congreso de San Luis Potosí aprobó una ley para garantizar que el estado tenga su primera gobernadora en 2027 me trae a la mente décadas de observar y participar en la lucha por la equidad en la arena pública. He visto de primera mano cómo, sin reglas claras, la puerta se cerraba sistemáticamente para mujeres tremendamente capaces. Por eso, cuando la presidenta Claudia Sheinbaum reaccionó a esta norma, sus palabras resonaron con una verdad práctica que solo se comprende tras años en este campo.

En su conferencia en Palacio Nacional, Sheinbaum Pardo puso el dedo en la llaga de un debate esencial: la constitucionalidad de las medidas. No basta con la buena intención; todo marco legal debe sostenerse sobre los cimientos de nuestra Carta Magna. Coincido plenamente con su postura de apoyar las resoluciones de órganos como el INE, que han impulsado la paridad de género en las candidaturas a gubernaturas. Estas no son “regalos”, como a veces se malinterpreta. En mi experiencia, son mecanismos correctivos indispensables para saldar una deuda histórica y romper los círculos cerrados del poder. Funcionan. He visto cómo han permitido el surgimiento de liderazgos femeninos que, de otro modo, habrían sido ignorados, enriqueciendo la toma de decisiones con perspectivas antes ausentes.

Sin embargo, la sabiduría práctica también nos enseña a estar alerta ante los atajos. El punto más agudo de su intervención fue la advertencia contra el nepotismo. Aquí habla la lección más dura aprendida en los pasillos del poder: las cuotas de género no deben convertirse en vehículos para perpetuar dinastías familiares. Es un riesgo real. He visto intentos de eludir el espíritu de la ley buscando beneficiar a familiares, vaciando de contenido el principio de igualdad de oportunidades. La futura norma que, a partir de 2030, prohibirá a familiares hasta el cuarto grado ocupar el mismo cargo de elección popular es un antídoto necesario. Como bien señala Sheinbaum, hasta entonces, cada partido tendrá una prueba de fuego ética: elegir entre promover a mujeres por mérito propio o caer en la tentación del clientelismo familiar.

En esencia, este episodio encapsula la complejidad del avance democrático. No se trata solo de decretar la paridad, sino de implementarla con integridad, asegurando que abra paso al talento y no a los apellidos. El camino hacia una verdadera equidad es empedrado tanto de avances legislativos como de una vigilancia constante contra las viejas prácticas. La discusión va más allá de San Luis Potosí; es un espejo para todo el país sobre cómo construir instituciones más justas, legítimas y efectivas.

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