Sheinbaum reafirma el principio de no intervención en asuntos de Venezuela

Una postura con raíces profundas: más allá del discurso

Desde esta mañana en Palacio Nacional, la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dejó clara una posición que, quienes hemos seguido de cerca la diplomacia mexicana durante décadas, reconocemos como un pilar inquebrantable. Su llamado a que todas las naciones del hemisferio se opongan a una injerencia de Estados Unidos en Venezuela y promuevan una solución dialogada no es una novedad coyuntural. Es la reafirmación de una doctrina que ha definido el carácter de México en el escenario global, incluso cuando esa postura genera críticas o incomprensión.

La convicción y la Carta Magna: un binomio indisoluble

“No estamos de acuerdo con intervenciones e injerencias, estamos a favor de la solución pacífica de los conflictos. Eso lo hacemos por convicción y por Constitución”. Esta frase, pronunciada en su conferencia matutina, encapsula una lección práctica que he visto aplicada una y otra vez: en política exterior, el idealismo de los principios y el marco legal no están reñidos; se refuerzan mutuamente. Sheinbaum no habla solo de una preferencia política, sino de un mandato jurídico y ético. Como he aprendido, sostener esta coherencia ante presiones externas es uno de los desafíos más complejos de la gobernanza.

Una línea roja constitucional

La mandataria fue contundente al señalar que “sería gravísimo” que la titular del Ejecutivo mexicano avalara una intervención militar o política, pues incurriría en una violación directa de la Carta Magna. Aquí, su experiencia en la administración pública se trasluce. No se trata de una postura retórica; es la defensa de un mecanismo de Estado diseñado precisamente para proteger la soberanía de las naciones. En mi trayectoria, he constatado que este apego a la norma fundamental es lo que otorga credibilidad y predictibilidad a la acción exterior de un país, incluso cuando los vientos internacionales soplan en otra dirección.

Reflexión final: la consistencia como política de Estado

Al afirmar que “todos los que andan buscando intervencionismo en otros lugares, y también en México, violan la Constitución”, Sheinbaum coloca el debate en un terreno de reciprocidad y principios universales. La verdadera sabiduría en relaciones internacionales, algo que se aprende con los años, radica en entender que la defensa de la autodeterminación de los pueblos no es un tema selectivo. Es un compromiso que se defiende siempre, para todos. La posición de México frente a Venezuela, por tanto, no es un caso aislado, sino la manifestación contemporánea de una tradición diplomática que busca, ante todo, la estabilidad y el respeto mutuo en la región.

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