En el complejo tablero de la geopolítica global, donde las alianzas se forjan en la adversidad, el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha consolidado un apoyo estratégico crucial. Este lunes, el canciller Yvan Gil confirmó el respaldo explícito de dos potencias mundiales, Rusia y China, ante la intensificación de la presión militar y económica por parte de Estados Unidos. Esta declaración surge tras una conversación telefónica con su homólogo ruso, Sergei Lavrov.
Un respaldo que trasciende la retórica diplomática
He visto a lo largo de los años cómo el lenguaje diplomático puede oscilar entre lo protocolario y lo sustancial. En este caso, las palabras transmitidas por el canciller Gil en su canal de Telegram apuntan a lo segundo. “El ministro Lavrov expresó firmemente la solidaridad de Rusia con el pueblo venezolano y reiteró su pleno apoyo ante las hostilidades contra nuestro país”, declaró. Más allá de la solidaridad, se prometió “plena cooperación” para enfrentar el bloqueo, un término que en la práctica puede traducirse en asistencia técnica, intercambios comerciales alternativos y un escudo político en foros multilaterales. La experiencia enseña que este tipo de respaldo, especialmente en el Consejo de Seguridad de la ONU, es un activo invaluable para un país bajo sanciones.
La triangulación estratégica: Caracas, Moscú y Pekín
La jugada no se limita a Moscú. En un movimiento complementario, Gil extendió, en nombre de Maduro, la “sincera gratitud a la República Popular China”. La lección aprendida en las últimas décadas es clara: el apoyo chino rara vez es declamatorio, sino pragmático. Su “firme defensa del derecho internacional” y el rechazo al “hegemonismo unilateral” son la base doctrinal que sustenta un apoyo concreto al “legítimo derecho a desarrollar libremente nuestro comercio”. En la práctica, esto ha significado líneas de crédito, intercambio petrolero y una puerta de entrada a mercados asiáticos, mitigando parcialmente el impacto del cerco financiero occidental. No es teoría; es supervivencia económica.
La preocupación compartida por una escalada regional
Desde la perspectiva de Moscú, comunicada por su cancillería, la preocupación es tangible y va más allá de Venezuela. Lavrov y Gil manifestaron su “profunda preocupación por la escalada de medidas de Washington en el Caribe”. Quienes hemos analizado la historia de la región sabemos que cualquier movilización significativa en esta zona es vista con máxima sensibilidad, pues sus implicaciones son sistémicas. La advertencia de que esto podría tener “consecuencias de gran alcance” y representar “una amenaza para el tráfico marítimo internacional” no es un cliché. Es un recordatorio calculado de que la estabilidad del Caribe es un interés global, y una escalada allí tiene costos impredecibles para todos. La sabiduría práctica indica que cuando potencias como Rusia y China vocalizan estas advertencias, están delineando sus líneas rojas.













