La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) ha emitido una alerta pública ante el repunte de una sofisticada modalidad de estafa que opera mediante llamadas telefónicas. En ella, delincuentes especializados se hacen pasar por funcionarios del Servicio de Administración Tributaria (SAT) con el objetivo exclusivo de defraudar a contribuyentes y ciudadanos. Esta técnica, conocida como “vishing” (phishing por voz), representa una evolución del fraude digital, donde la persuasión psicológica sustituye al ataque técnico puro.
La Unidad de Policía Cibernética de la SSC detalla que el modus operandi se basa en la ingeniería social. Los estafadores, utilizando un lenguaje formal y técnico que imita el de un agente público, contactan de forma inesperada a la víctima. En la llamada, le informan de supuestas irregularidades fiscales graves, deudas pendientes de pago o inconsistencias en sus declaraciones. El discurso está cuidadosamente diseñado para generar una reacción inmediata de miedo, confusión y presión psicológica. Las amenazas de embargos, multas cuantiosas o incluso acciones legales inmediatas son comunes, creando una sensación de urgencia que nubla el juicio de la persona.
Para dar una apariencia de legitimidad a su engaño, los criminales complementan la llamada con el envío de correos electrónicos falsos, documentos apócrifos con logotipos oficiales o enlaces a sitios web que simulan ser el portal del SAT. Este refuerzo visual busca eliminar cualquier duda residual y forzar a la víctima a actuar. El objetivo final es doble: o bien que la persona revele información personal confidencial, como datos fiscales o bancarios, o bien que realice una transferencia o depósito urgente a cuentas controladas por los delincuentes, a menudo mediante métodos difíciles de rastrear como tarjetas prepagadas.
Esta modalidad de fraude explota de manera perversa dos factores contemporáneos. Por un lado, la creciente digitalización de los trámites y la comunicación con las instituciones, que puede generar cierta confusión en los usuarios. Por otro, el respeto y, en muchos casos, el temor que inspira la autoridad fiscal, lo que hace que las víctimas sean más propensas a cumplir bajo presión sin verificar los hechos. Los estafadores suelen utilizar tecnología para enmascarar el número real desde el que llaman, mostrando en la pantalla del teléfono un identificador similar a uno oficial, lo que añade otra capa de verosimilitud. Frente a esta amenaza, las autoridades enfatizan que el SAT nunca contacta a los contribuyentes de esta manera para solicitar pagos inmediatos o información sensible.
Toda comunicación oficial sigue canales y protocolos establecidos. Por ello, la recomendación fundamental es mantener la calma y no ceder a la presión. Ante cualquier llamada de este tipo, se debe colgar de inmediato y contactar de forma independiente con la institución a través de los canales oficiales conocidos, como el teléfono o el portal web verificados, para consultar directamente la situación fiscal. La protección efectiva reside en la desconfianza proactiva y la verificación sistemática.
No se debe proporcionar nunca información personal o bancaria a quien llama, ni realizar pagos por medios no oficiales anunciados en estas comunicaciones. Es crucial consultar la situación tributaria directamente en el portal oficial del SAT y desconfiar de cualquier urgencia extrema o amenaza de sanción que no haya sido previamente notificada por una vía formal. Mantenerse informado sobre estas nuevas modalidades delictivas a través de fuentes oficiales de seguridad es, hoy más que nunca, una práctica necesaria para navegar el entorno digital con mayor seguridad.














