La voluntad popular decide el receso de las mañaneras presidenciales

En un histórico ejercicio de democracia líquida y profundamente participativa, la Ciudadana Presidenta en Jefe, Claudia Sheinbaum, resolvió hoy una de las cuestiones de Estado más espinosas del año: determinar si la sacra institución de la Mañanera del Pueblo merecía o no un descanso navideño. Frente al pleno constituido por la sagrada fuente de la cuarta transformación —los periodistas acreditados—, se sometió a votación a mano alzada, el método plebiscitario más puro conocido por la humanidad, la crucial pregunta.

La primera consulta resultó en un empate matemáticamente imposible, una paradoja cuántica que solo pudo ser resuelta con una segunda convocatoria. “¿Quién quiere que haya conferencia mañanera del pueblo mañana?”, inquirió la Mandataria, ejerciendo su papel de moderadora imparcial en esta asamblea ateniense moderna. Trece almas valientes, héroes anónimos de la información, alzaron su brazo en defensa del deber informativo diario.

Acto seguido, llegó la pregunta del bando opositor: “¿Quién quiere que no haya mañanera del pueblo mañana? Sin abstenciones, por supuesto”. El conteo, una épica batalla numérica, alcanzó los diecisiete votos. “No, pues ya ganaron… 16, 17”, declaró la Presidenta, aceptando con estoica elegancia el veredicto popular. Así, la voluntad general, expresada en el recinto sagrado de la conferencia, decretó el receso de la emisión continua de realidad gubernamental.

En consecuencia, se otorgaron vacaciones a toda la “fuente de Presidencia”, un colectivo que, se nos recuerda, ha realizado el titánico esfuerzo de congregarse puntualmente a las 7:30 de la mañana. En un gesto de conmovedora cercanía, la Líder Suprema del Proyecto Nacional compartió incluso los pormenores de su cena navideña, con una confesión gastronómica que seguramente calmará la ansiedad nacional: los romeritos son su platillo favorito.

Para coronar este acto de governance festivo, y demostrando un fino gusto musical que trasciende épocas, se eligió como himno de despedida la clásica pieza “Feliz Navidad” de José Feliciano. La transmisión, por tanto, no se interrumpe, sino que simplemente entra en un estado de pausa reflexiva, hasta que el ciclo virtuoso de la información oficial se reanude el lunes 29, cargado de lecturas, publicaciones en redes y el recuento de las glorias del año. La democracia, al fin y al cabo, también necesita descansar.

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