Un mensaje en los pasillos del poder: más que felicitaciones
La escena parece familiar: la presidenta Claudia Sheinbaum, acompañada de su esposo Jesús María Tarriba, frente a la cámara en los emblemáticos pasillos de Palacio Nacional. Un árbol navideño decorado con juguetes artesanales y nochebuenas completa el cuadro. El mensaje, difundido en vísperas de la Navidad, inundó redes sociales con deseos de esperanza, amor y fraternidad para todas las familias mexicanas. Pero, ¿qué se esconde detrás de esta coreografía festiva? Un periodista investigativo debe preguntarse: ¿es esto solo un saludo protocolario o un discurso estratégico cargado de simbolismo político?
Las palabras elegidas por la mandataria no son casuales. Al enfatizar que “lo más importante son los valores y el amor por los demás, por la familia y por México”, Sheinbaum construye deliberadamente una narrativa. Esta narrativa prioriza lo intangible sobre lo material, un guiño retórico que busca conectar con un sentimiento colectivo de unidad. Sin embargo, surge la pregunta incisiva: ¿a qué “valores” específicos se refiere? ¿Son universales o responden a una visión particular de nación? La mención a la “solidaridad que nos define” como pueblo abre otro flanco de indagación. ¿Cómo se traduce esa solidaridad declarada en políticas públicas concretas frente a la desigualdad que persiste en muchos de esos “rincones del país” que menciona?
Los ausentes presentes y la construcción de la comunidad imaginada
Un elemento revelador en su discurso es el reconocimiento a quienes no celebran: los connacionales en el extranjero y los trabajadores que laboran en Nochebuena. Bomberos, personal sanitario, elementos de seguridad y fuerzas armadas son enlistados en un gesto que va más allá del agradecimiento superficial. Es un intento de tejer una comunidad inclusiva, una “familia mexicana” extendida que abraza incluso a quienes están físicamente distantes. Sheinbaum afirma: “Somos la palabra compartida, el plato servido con cariño, la risa que sana”. Esta poética descripción busca evocar una identidad nacional cálida y resiliente.
Pero la investigación periodística obliga a contrastar el relato con la realidad documentada. ¿Coincide esta imagen de fraternidad omnipresente con el tejido social fracturado que reportan numerosas organizaciones civiles? Al invocar a los ancestros que “enseñaron a resistir con dignidad”, la presidenta enlaza su mensaje presente con una historia de lucha, un recurso poderoso para legitimar no solo la festividad, sino una cierta idea de continuidad y destino nacional.
“Deseamos feliz Navidad a todas las familias mexicanas. Esta noche hay esperanza, amor y fraternidad en cada rincón del país. Lo más importante son los valores y el amor por los demás, por la familia y por nuestro querido México.”
– Fragmento del mensaje oficial en redes sociales.
El simbolismo del escenario: Palacio Nacional como telón de fondo
La elección de grabar el mensaje en Palacio Nacional no es un detalle menor. Este edificio no es solo la sede del poder ejecutivo; es el símbolo histórico por excelencia de la gobernanza en México. Al situar su discurso de valores familiares y amor patrio en ese escenario, Sheinbaum realiza una fusión sutil pero potente: la institución del Estado se presenta como el hogar simbólico de la gran familia mexicana. El árbol decorado con juguetes tradicionales refuerza esta idea, vinculando la tradición popular con la iconografía del gobierno.
Al concluir, su esposo, Jesús María Tarriba, suma su voz para desear “paz y unión”. Esta aparición conjunta proyecta una imagen de unidad familiar en lo personal, que se refleja en lo nacional. La investigación revela que cada elemento, desde la ubicación hasta la estética y el léxico, está meticulosamente seleccionado. El mensaje navideño trasciende así lo festivo para convertirse en un artefacto de comunicación política que busca reforzar un sentido de pertenencia, curar fracturas sociales percibidas y proyectar una visión optimista y cohesionada del futuro bajo su liderazgo. La verdad oculta no está en lo que se dice, sino en el cuidadoso entramado de símbolos que transforman un saludo en una herramienta de construcción nacional.












