Reinventando la cultura lúdica: hacia un entretenimiento infantil consciente y transformador
En un mundo hiperconectado y en constante evolución, las festividades de fin de año son el escenario perfecto para repensar lo que entregamos a las nuevas generaciones. La Secretaría de Gobernación (Segob) lanza una propuesta vanguardista: transformar la tradición del regalo en un acto de diseño social, promoviendo juguetes que construyan paz, equidad y neurodiversidad, en lugar de replicar estereotipos obsoletos y narrativas violentas.
¿Cuál es el nuevo estándar para el juego del futuro?
La visión, liderada por Rosa Icela Rodríguez, va más allá de la seguridad física. Se trata de curar experiencias lúdicas que sean catalizadoras del desarrollo cognitivo y emocional. El llamado es a seleccionar artefactos que detonen la imaginación, fomenten la creatividad disruptiva y despierten la curiosidad por la ciencia, el arte o la actividad física. Quedan descartados los objetos que normalicen la violencia o simulen artefactos de confrontación, en línea con una sociedad que busca desarticular la cultura del conflicto.
El mandato es claro: eliminar del carrito de compras todo juguete que promueva prácticas excluyentes, discriminatorias o que refuerce jerarquías sociales anacrónicas. La Segob desmonta mitos dañinos: no existen colores, roles o actividades exclusivas para un género. La revolución comienza en la tienda, decodificando los sesgos implícitos en el marketing tradicional.
De lo analógico a lo digital: una estrategia 360 para la convivencia
La recomendación rescata la inteligencia colectiva de los juegos de mesa colaborativos, ideales para fortalecer la cohesión familiar y las habilidades socioemocionales. Revaloriza los juguetes tradicionales —yoyo, trompo, balero— como herramientas de conexión cultural, al tiempo que abraza la inclusión con versiones que integran lenguas indígenas, sistema Braille o Lengua de Señas Mexicana (LSM). Es una apuesta por un ecosistema lúdico híbrido y accesible.
En el universo digital, el enfoque es de alfabetización mediática y acompañamiento. Frente a los videojuegos, la clave no es la prohibición, sino la curaduría y la coparticipación. Se invita a las personas adultas a guiar la experiencia, creando escudos contra los riesgos del ciberespacio y fomentando un consumo crítico.
Esta iniciativa se sincroniza con programas transformadores como “Sí al Desarme, Sí a la Paz”, que opera como un *swap* cultural: intercambiar juguetes bélicos por recursos didácticos. No es solo una recomendación; es un movimiento que entiende el juego como el primer lenguaje para construir una sociedad más empática, innovadora y resiliente.













