El Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA) cerró el año 2025 con resultados que marcan un hito en la política educativa del país. Según informó el secretario de Educación Pública, Mario Delgado Carrillo, un total de 508 mil 891 personas concluyeron su Educación Básica a través de este organismo. De esta cifra, 186 mil personas finalizaron sus estudios de primaria, mientras que 322 mil 891, todas mayores de 15 años, obtuvieron su certificado de secundaria. Estos números representan un avance sustancial en la reducción del rezago educativo para la población adulta.
Paralelamente, durante el mismo periodo se alfabetizó a 189 mil 797 personas en todo el territorio nacional. Este esfuerzo concentrado ha permitido que, por primera vez en la historia de México, la tasa de analfabetismo se sitúe en el 3.8 por ciento, según lo confirmó el director general del INEA, Armando Contreras Castillo, durante la LXV Reunión Nacional Plenaria Ordinaria del Consejo Nacional de Autoridades Educativas (Conaedu). Este logro no es un dato aislado, sino el resultado de una estrategia coordinada que involucra a las autoridades federales, estatales y a miles de voluntarios comprometidos con la enseñanza.
La geografía del éxito tiene un epicentro claro: el estado de Chiapas. En esta entidad se concentró el 40 por ciento de las personas alfabetizadas a nivel nacional, un esfuerzo local que tuvo un impacto directo y significativo en la mejora del indicador a escala país. Este resultado subraya la importancia de focalizar los recursos y las estrategias en las regiones con mayores necesidades, demostrando que una intervención intensiva puede alterar positivamente las estadísticas nacionales.
La metodología para alcanzar estas metas se basó en una expansión estratégica de alianzas. El INEA firmó convenios con gobiernos estatales, sindicatos y organizaciones deportivas de la sociedad civil, tejiendo una red que facilitó el acceso a jóvenes y adultos fuera del sistema educativo tradicional. Además, se estableció una colaboración académica con instituciones como el Tecnológico Nacional de México (TecNM) y la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). En este momento, se diseña una estrategia de alfabetización en conjunto con la Subsecretaría de Educación Superior y las universidades públicas, buscando incorporar el conocimiento pedagógico especializado a este desafío nacional.
Las proyecciones para el futuro inmediato son ambiciosas y apuntan a una innovación en el modelo de intervención. Se analiza una ruta operativa para que, a partir de 2026, el personal médico y de enfermería de las unidades rurales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se incorpore a las labores de alfabetización. Esta iniciativa pretende aprovechar la presencia y la confianza que estos profesionales tienen en comunidades remotas, convirtiendo los centros de salud en puntos de contacto para la educación.
El objetivo cuantitativo para el próximo año es reducir el índice de analfabetismo en tres décimas porcentuales, hasta dejarlo en un 3.5 por ciento. La meta declarada es que la eliminación de este flagelo sea irreversible. Sin embargo, la visión va más allá de la educación básica. Existe un diálogo avanzado con la Secretaría de Educación Pública y la Presidencia de la República para un relanzamiento integral del INEA. El propósito central de esta transformación es facultar al instituto para implementar estudios de nivel medio superior, abordando así otra brecha crítica: aproximadamente 25 millones de mexicanos mayores de 18 años no cuentan con un certificado de bachillerato.
Los resultados del 2025, por lo tanto, no son un punto final, sino la base para una expansión del mandato del INEA. Se transita de una exitosa campaña de contención del rezago en alfabetización y educación básica, hacia un modelo que pretende atacar la deuda educativa en el nivel medio superior. El camino recorrido demuestra la eficacia de la colaboración interinstitucional y el voluntariado, mientras que el futuro plantea la necesidad de adaptar el modelo a un desafío de mayor complejidad y escala. La evolución del instituto será clave para determinar si México puede cerrar, de manera definitiva, las brechas educativas que han persistido durante décadas.

















