El Sublime Teatro de las Cifras Lamentables
En el gran circo de la política nacional, la honorable senadora Carolina Viggiano Austria, vestida con la toga de la indignación selectiva, ha proclamado una verdad de Perogrullo con la solemnidad de quien descubre el fuego: ser mujer en la nación azteca es una aventura de alto riesgo, un deporte extremo que ningún país que se precie de llevar pantalones modernos debería permitir.
Con la precisión de un notario del horror, desplegó el catálogo oficial de desdichas: un decamerón de diez asesinatos diarios, de los cuales solo uno merece el honor de una sentencia, como si la justicia fuera una lotería macabra. El setenta por ciento de las mujeres han sido protagonistas forzosas de algún episodio violento, y a más del cuarenta por ciento se les gratifica con la exquisitez de un salario menguado, un descuento por el pecado original de nacer con útero. Estos no son datos, señores, son los adornos retóricos con los que se engalana la permanente crisis de derechos humanos.
El Mecanismo de la Simulación Perfecta
Frente a este panorama dantesco, la legisladora, en un arrebato de lucidez, exige al gobierno morenista políticas públicas concretas. ¡He aquí la novedad! La demanda es tan revolucionaria como pedir agua en el desierto mientras se observa, impávido, cómo los camiones cisterna son desviados hacia el regadío de los campos de la retórica oficial. Se clama por igualdad sustantiva, un concepto tan etéreo y manoseado que ha perdido todo significado, reducido a un eslogan para discursos y comunicados de prensa.
Con una ironía que Swift envidiaría, denuncia que la paridad no debe convertirse en simulación. ¡Magnífica observación! Es como advertir a un mago que no debe usar trucos en su acto. Mientras, el centralismo, ese leviatán burocrático, se erige en el cómplice perfecto, estrangulando los recursos de los gobiernos locales con la excusa de la unidad nacional, dejando que la violencia y la desigualdad se gestionen con budget de limosna.
La Austeridad Selectiva o el Arte de Recortar Refugios
La senadora, convertida en auditora de la hipocresía, señala el meollo del asunto: no hay cambio sin voluntad presupuestal. Y he aquí la obra maestra del gobierno morenista: una austeridad quirúrgica que recorta fondos para refugios de mujeres, retrasa reglas de operación con la parsimonia de un funcionario eterno y reduce el presupuesto para programas contra la violencia extrema. Es la doctrina de la economía moral: ahorrar en protección para invertir en propaganda. El sistema público de salud, por su parte, brilla por su déficit de personal especializado en salud sexual y reproductiva, como si los úteros y sus dilemas fueran un lujo prescindible, un capricho ideológico.
La Fábrica de Embarazos Adolescentes y la Justicia Abstracta
El colmo de este sainete trágico lo aporta la cifra de más de trescientos mil embarazos adolescentes anuales, una línea de producción ininterrumpida que sitúa a México en el podio latinoamericano de la desatención. La legisladora insiste, con la paciencia de Sísifo, en que la salud sexual no es un tema ideológico, sino de justicia y salud pública. Proclama que el Estado tiene la obligación de garantizar información y atención médica. Una obligación, claro está, que se ejerce con la misma eficacia con la que un fantasma cumple con sus tareas domésticas: es una presencia etérea, un rumor de buenas intenciones que se esfuma ante el primer recorte presupuestal.
En este gran teatro de lo absurdo, las denuncias se suceden, los comunicados se multiplican y las cifras escalan, mientras la maquinaria de la simulación sigue su imparable coreografía, donde cada gesto de preocupación es contrarrestado por una acción de desmantelamiento. La igualdad sustantiva, en fin, ha devenido en el espectáculo más longevo de la política mexicana: un drama donde todos conocen el guión, nadie cree en su final feliz, pero todos aplauden cortésmente al final de cada acto.















