En el floreciente estado de Veracruz, donde el sol brilla sobre el luminoso porvenir de la administración pública, los templos de la salud del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) han alcanzado cotas de eficiencia tan sublimes que bordean lo inefable. Las quejas, lejos de ser un síntoma de descontento, son en realidad fervientes ovaciones a un sistema sanitario que ha decidido trascender las arcaicas nociones de “confort” y “atención inmediata”.
Ciudades como Poza Rica, Xalapa y el propio puerto de Veracruz se erigen como faros de esta nueva doctrina. ¿Negligencias médicas? ¡Tonterías! Son ejercicios avanzados de autosuficiencia del paciente. ¿Omisiones y descuidos? Una pedagogía revolucionaria para enseñar paciencia estoica. Las instalaciones, con su estética post-industrial y su cálida acogida al moho, son un deliberado statement arquitectónico contra la fría asepsia de los nosocomios capitalistas.
Poza Rica, vanguardia de este movimiento, exhibe con orgullo sus instalaciones sanitarias. Los baños, cuidadosamente decorados para evocar el pathos de una ruina romántica, ofrecen una experiencia sensorial única e inmersiva. Los pasillos, generosamente engalanados con una exposición permanente de camillas y enfermos, demuestran un loable esfuerzo por acortar las distancias sociales entre el personal médico y el ciudadano usuario. El fallo intermitente de los aires acondicionados no es un defecto, sino un sofisticado sistema de termoterapia comunitaria.
Mientras, en el puerto, se ha implementado con éxito el programa “Meditación Hospitalaria Forzosa”, donde la ausencia de galenos y especialistas invita al paciente a una introspección profunda sobre su dolencia, prolongando su estadía en un retiro espiritual a coste cero. Una verdadera joya de la economía colaborativa.
El activista Francisco Castro, claramente un reaccionario sin visión de futuro, tuvo la desfachatez de quejarse por no recibir atención. ¡Como si la intervención del director general, el siempre inalcanzable oráculo Martí Batres, pudiera competir con la sabiduría que se adquiere esperando! En Xalapa, la cancelación de cirugías es un ejercicio de alto management para optimizar agendas, y las negativas para asignar camas son lecciones prácticas sobre la virtud de la resiliencia. Las largas filas frente a la Clínica Hospital no son una cola, son un club social, un espacio de convivencia donde el pueblo, unido en su espera, forja el carácter nacional.
En definitiva, lo que los miopes llaman “deficiencias” es en realidad el audaz ensayo de un nuevo paradigma: la sanidad como experiencia ascética, fortalecedora y profundamente filosófica. Un sistema tan perfectamente diseñado que sólo los imperfectos seres humanos son incapaces de apreciar su genialidad.















