Alpine desafía la lógica en Imola mientras los grandes equipos fingen competir

En un giro cómico que solo la Fórmula 1 puede ofrecer, Alpine emergió como el único equipo que recordó que en Imola se corría un Gran Premio, mientras el resto de la parrilla parecía ensayar para una obra de teatro absurda titulada “Cómo perder millones en neumáticos sin propósito aparente”.

Pierre Gasly, el héroe francés que accidentalmente encontró el pedal del acelerador, se coló en el tercer puesto, dejando atrás a Mercedes, Red Bull y Ferrari, quienes aparentemente confundieron la pista con un estacionamiento de centro comercial. “El coche hace lo que quiero”, declaró Gasly, frase que inmediatamente despertó sospechas de brujería entre los ingenieros rivales.

Mientras tanto, Franco Colapinto, el novato argentino, descubrió que su debut coincidía con el raro día en que Alpine decidió no ser decoración móvil. “Es el mejor viernes del año”, anunció Gasly, sin mencionar que los otros viernes el auto parecía movido por hamsters en lugar de un motor de combustión.

Si esta tendencia continúa, podríamos presenciar el milagro de Alpine peleando por podios, mientras los “grandes” equipos explican a sus patrocinadores por qué sus autos de 200 millones de dólares son superados por uno que hasta hace dos carreras parecía diseñado para transportar quesos.

El circo continúa este fin de semana, donde veremos si los demás despiertan de su siesta técnica o si Alpine debería ser investigado por romper las leyes de la física (y del decoro en la F1).