Canelo y Crawford superan el pesaje para el combate estelar

El ambiente en la T-Mobile Arena era eléctrico, una sensación que solo se vive en las veladas de boxeo verdaderamente históricas. He estado en este negocio durante décadas, y te puedo decir que el respeto que se gana en la báscula es tan crucial como el que se gana en el cuadrilátero. Tanto Saúl “Canelo” Álvarez (63-2-2, 39 nocauts) como el invicto Terence “Bud” Crawford (41-0-0, 31 nocauts) comprendieron a la perfección esta lección, cumpliendo de manera impecable con el pesaje oficial para su esperado duelo en el Allegiant Stadium de Las Vegas.

Con el fervor de miles de aficionados mexicanos inundando el recinto—una marea de banderas, sombreros y playeras que convertía el lugar en territorio azteca—, ambos pugilistas se presentaron en los 168 libras del peso supermediano. La precisión fue notable: ambos marcaron 167.5 libras. He visto a muchos campeones forcejear con la báscula en las horas previas, pero la profesionalidad de estos dos gladiadores no dejó lugar a dudas sobre su preparación meticulosa. Canelo, ahora luciendo la marca AMIRI como su nuevo embajador global, fue recibido con una ovación ensordecedora, un recordatorio del inmenso cariño que despierta. Crawford, por su parte, soportó una lluvia de abucheos con la serenidad de un veterano que ha visto de todo, un primer asalto psicológico superado.

Aquí es donde la experiencia marca la diferencia. Subir dos categorías de peso, como lo ha hecho Crawford, es una hazaña física colosal y un riesgo calculado que muy pocos se atreven a tomar. En mis años, he visto promesas desvanecerse por no respetar los límites del cuerpo. “Bud” no solo busca la victoria; persigue un lugar en la historia eterna del boxeo, anhelando convertirse en el primer pugilista en la era de los cuatro cinturones en unificar títulos en tres divisiones distintas. Mientras, Canelo, con todos los cinturones de la AMB, CMB, OMB y FIB en juego, defiende mucho más que su reinado; defiende el legado de una nación.

El cara a cara final fue un clásico estudio de contrastes. No hubo palabras, solo miradas fijas cargadas con el peso de lo que está en juego. Es en esos segundos de silencio donde se siente la verdadera tensión, donde se miden las almas más que los cuerpos. Esa intensidad no se puede fingir; es el producto de años de sacrificio y la conciencia de que una carrera se puede definir en una sola noche.

La Sombra de Benavídez y el Enfoque de un Campeón

En la conferencia de prensa del jueves, la sombra de David Benavídez, el campeón interino del CMB, volvió a planear. Es una pregunta recurrente que he escuchado una y otra vez dirigida a Álvarez. La respuesta del campeón fue un maestro de clase de mentalidad de elite: “Nunca digo no a nada… pero estoy 100% enfocado en esta pelea”. He aprendido que los grandes campeones viven una pelea a la vez. Mirar más allá del rival que tienes enfrente es el error más costoso que se puede cometer. Canelo, con la sabiduría que dan las batallas, lo sabe mejor que nadie. Todo lo demás es solo ruido que se silencia con el sonido de la campana.

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