Un cierre de año espectacular para el Club Deportivo Guadalajara. El cuadro rojiblanco despachó al Irapuato con un contundente 0-4 en el Estadio Sergio León Chávez, cerrando su etapa de preparación con una actuación que deja más que buenas sensaciones. Desde mi experiencia en los campos, te digo que estos partidos de pretemporada, más que el resultado, son un termómetro del ánimo y la asimilación táctica; y lo visto hoy huele a proyecto con identidad.
Los nuevos fichajes, Ángel Sepúlveda y Brian Gutiérrez, disfrutaron de sus primeros minutos con la camiseta sagrada. Sepúlveda, en particular, mostró una lectura del juego exquisita, repartiendo dos asistencias. Gutiérrez, por su parte, movió con criterio. He visto muchos refuerzos debutar con nervios, pero estos muchachos jugaron con la frescura de quien llega a casa, algo que la afición valora y recuerda.
Un partido dominado desde el pitido inicial
El equipo dirigido por Gabriel Milito necesitó apenas ocho minutos para marcar el territorio. Un pase en profundidad, de esos que cortan líneas y que se trabajan en los entrenamientos, encontró a Sepúlveda, quien con la calma de un veterano asistió a Roberto Alvarado para el 0-1. Esa sincronía temprana no es casualidad; habla de horas de trabajo en los terrenos de juego de Verde Valle. Los rojiblancos manejaron el esférico con autoridad, aunque, como suele pasar cuando controlas, recibieron un aviso al minuto 11 con un disparo lejano de Raúl Sandoval que rozó el poste de la portería de José “Tala” Rangel.
Pese al dominio, costaba generar ocasiones claras. Hasta que, cerca de la media hora, Efraín Álvarez probó suerte sin mayor peligro. La lección aquí es que la posesión sin profundidad es estéril. Sin embargo, justo antes del descanso, la dupla Ledezma-Sepúlveda volvió a conectar para sentenciar. Sepúlveda, nuevamente, demostró esa visión periférica que distingue a los creadores de juego.
Los debuts que prometen y un cierre goleador
Para el segundo tiempo, Milito realizó cambios masivos, dando rodaje a prácticamente todo el plantel. Y he aquí otra enseñanza: la profundidad de la plantilla es crucial. Samir Inda, uno de los ingresados, no perdonó un centro de Camberos para decretar el 0-3. Minutos después, a los 48, la combinación entre Ricardo Marín y Aguayo puso la cuarta. Este último gol, fruto de un entendimiento casi intuitivo, es el tipo de jugada que ilusiona de cara al Clausura 2026.
El equipo pudo incluso ampliar la diferencia, pero Marín no encontró la puntería en sus ocasiones. En la intimidad del vestuario, esos fallos se trabajan con tranquilidad; lo importante es llegar a las posiciones de gol. Lo que queda tras este amistoso es la sensación de un bloque con ideas, con hambre y con refuerzos que parecen encajar a la perfección. La afición, sin duda, se va a dormir con una sonrisa y la mente puesta en el arranque del torneo oficial.















