En mis años siguiendo la Liga MX, he aprendido que un buen inicio es como una moneda de dos caras: da confianza, pero también crea una expectativa enorme que puede pesar. Cruz Azul se ha consolidado como el único equipo invicto del Apertura 2025, acumulando un impresionante registro de 20 puntos que lo sitúa en el segundo puesto de la clasificación general. Bajo el mando de Nicolás Larcamón, La Máquina ha cosechado seis victorias y dos empates, cifras que lo erigen no solo como el conjunto a batir, sino también como uno de los principales candidatos para la liguilla, ubicándose a un solo punto del líder, Rayados.
Sin embargo, como bien sabe cualquier veterano del deporte, los números en septiembre no ganan títulos en diciembre. El estratega argentino, con la prudencia que da la experiencia, ha pedido mesura y máxima concentración para el futuro inmediato. He visto muchos equipos caer por creerse la historia antes de tiempo. Larcamón lo expresó con claridad: “A pesar de ese récord, ser muy conscientes de que las ambiciones que tenemos son mucho más grandes que un buen inicio”. Esa mentalidad es, precisamente, lo que separa a los equipos con hambre de los que solo tienen sueños.
El verdadero desafío, y esto es algo que se aprecia con los años, no es llegar arriba, sino mantenerse. Larcamón enfatiza que la prioridad absoluta es un crecimiento constante en el funcionamiento colectivo, evitando a toda costa los excesos de confianza que han hundido a tantas promesas. Su filosofía se basa en la evolución partido a partido, en “seguir construyendo y seguir consiguiendo esos resultados que nos permitan acercarnos a los puestos más altos”. Es un proceso, no un evento.
Y el calendario pone a prueba esa mentalidad de inmediato. Cruz Azul se enfrenta a una prueba de fuego: tres partidos en apenas diez días. Dos de ellos como local en el Estadio Olímpico Universitario ante Juárez y Querétaro, y un duelo como visitante contra Xolos. Este tipo de tramos definen la temprada. La clave, como apunta el técnico, está en la concentración absoluta: afrontar un partido a la vez y hacerlo con la máxima intensidad.
El primer escollo es el FC Juárez, un rival que, desde mi perspectiva, ha realizado un trabajo silencioso pero muy efectivo. Larcamón, con el ojo clínico de quien estudia al contrincante, reconoce su crecimiento y solidez. “Juárez viene siendo un proceso en alza… ha definido su línea, su norte en contratar con más criterio”. Destacó la labor de su entrenador, Martín Varini, y la calidad de su plantel, advirtiendo que es un equipo con buenas individualidades y un gran entrenador. No es un rival cualquiera; es un adversario incómodo que puede complicar cualquier planificación.
Por ello, Larcamón fue contundente: para lograr los tres puntos, Cruz Azul debe mostrarse en su mejor versión. No basta con salir a la cancha; hay que imponerse. “Tendremos que hacer muy bien las cosas, tendremos que plantarnos, tendremos que ser principalmente nosotros en nuestra mejor versión”. Esta es la mentalidad de un campeón: el respeto al rival se demuestra con preparación, no con palabras.
Al final, la lección que deja esta situación es antigua pero eternamente válida: la humildad y el trabajo duro son el único camino. Larcamón lo reiteró: están “lejísimos de caer en un abuso de confianza”. Comprenden que el partido exigirá el máximo nivel. En este juego, subestimar al rival es el primer paso hacia la derrota. Su enfoque está en conectarse con todo lo que demandará esta exigente triple jornada. Esa parece ser la verdadera fortaleza de este Cruz Azul: la cabeza fría de su técnico y la conciencia de que lo más difícil siempre está por venir.