El amargo fracaso de los Mets y su nómina millonaria

El amargo fracaso de los Mets y su nómina millonaria

Mets quedan fuera de los Playoffs de la MLB tras caer 4-0 ante Marlines.

En mi larga trayectoria siguiendo la liga, he visto equipos con grandes ambiciones, pero el descalabro de los Mets de Nueva York se perfila como uno de los fracasos más sonados y costosos que recuerdo. Consumaron una debacle histórica al ser eliminados de la contienda por el comodín de la MLB, sucumbiendo con un marcador de 4-0 ante los Marlins de Miami.

La cruda realidad del deporte es que el dinero no compra victorias, y este equipo es el ejemplo perfecto. Con un récord de 83-79, el conjunto con la segunda nómina más abultada de la liga, unos abultados 341 millones de dólares, solo superada por los Dodgers, tenía el destino en sus manos. Su tarea era simple: ganar su partido y esperar que Cincinnati, con idéntico récord de 83-79, cayera ante Milwaukee.

He aprendido que en el béisbol, los detalles y los enfrentamientos directos siempre cobran relevancia. Los Reds, que tenían a su favor el criterio de desempate tras ganar 4 de los 6 duelos de Temporada Regular a los neoyorquinos, perdieron 4-2 con los Brewers. Sin embargo, esa derrota no fue suficiente para los Mets, ya que Cincinnati se agenció el último boleto disponible y tendrá que medirse a los Dodgers en la Ronda de Comodines.

El derrumbe de la franquicia neoyorquina fue particularmente estrepitoso. Hasta el 12 de junio, lucían como el equipo más dominante de la Gran Carpa, ostentando el liderato de la División Este de la Liga Nacional. He sido testigo de cómo una temporada prometedora puede desinflarse; es un recordatorio de que la consistencia, no un buen arranque, es lo que define a un campeón.

La frustración en el club era palpable. “Esto es difícil de describir. No hay palabras para describir lo que estamos pasando. Es dolor, es frustración, lo que sea. Teníamos muchas expectativas y aquí estamos… nos vamos a casa. No solo nos quedamos cortos, ni siquiera llegamos a octubre”, remarcó con crudeza el mánager Carlos Mendoza. Sus palabras reflejan una lección que he visto repetirse: las elevadas expectativas, cuando no se materializan, dejan un sabor más amargo que una simple decepción.

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