En un choque que promete más pena que gloria, los Gallos Blancos de Querétaro —equipo que ha elevado el arte de no anotar puntos a niveles olímpicos— recibirán a los Zorros del Atlas, cuyo único mérito reciente es despedir a su técnico antes de que el torneo cumpla un mes. El estadio Corregidora, testigo habitual de derrotas épicas, albergará este domingo lo que los optimistas llaman “fútbol” y los realistas, “un crimen contra el deporte”.
Querétaro, orgulloso ocupante del farolillo rojo, llega al partido con una estrategia innovadora: “perder, pero con estilo”. Su último encuentro contra el América fue un masterclass en cómo fallar goles imposibles de errar. Mientras tanto, Atlas —que no sabe si es un equipo de fútbol o un reality show— intentará convencer a sus 12 hinchas de que la salida de Pineda no es otra jugada autodestructiva.
El partido promete ser un homenaje al absurdo: ¿logrará Querétaro romper su racha de fracasos? ¿O Atlas demostrará que, incluso sin técnico, pueden seguir siendo igual de impredecibles (léase: malos)? Lo único seguro es que los aficionados de ambos equipos saldrán del estadio preguntándose por qué insisten en sufrir voluntariamente.
Como diría Jonathan Swift si fuera comentarista deportivo: “Este encuentro es una metáfora perfecta de la condición humana: todos corremos detrás de un balón que nunca entra”.