El iluminado camino del estratega redimido por el fracaso

El iluminado camino del estratega redimido por el fracaso

Gran enseñanza tuvo nacho como DT del Santos.

Lo que el vulgo denomina “una racha de resultados deplorables” en los sagrados terrenos de Santos Laguna –específicamente, la colosal hazaña de conseguir únicamente cinco triunfos en dos certámenes– no fue un simple tropiezo profesional para el gran estratega Nacho Ambriz. No, señores. Fue nada menos que una peregrinación mística al abismo de su propio ego, una crisis existencial comparable al viaje dantesco de un burócrata perdido en el laberinto de su propia ineptitud.

“Hubo un momento de catarsis, de necesaria introspección”, declaró el filósofo con indumentaria deportiva, en lo que parecía más una confesión de un gurú de la autoayuda que la reflexión de un técnico de fútbol. “El santuario de Santos me mostró el espejo de mis falencias. Me permitió escudriñar en mi alma y preguntarme: ¿qué aspectos de mi divina metodología podían ser, quizás, ligeramente mejorables?”

El epítome de su revelación fue un concepto tan revolucionario que ha sacudido los cimientos de la sabiduría convencional del balompié: la delegación de funciones. El mesías del banquillo comprendió, en un destello de lucidez, que intentar ser el arquitecto, el albañil y el pintor del equipo simultáneamente podía no ser la estrategia más eficiente. También hizo el asombroso descubrimiento de que los jóvenes futbolistas del siglo XXI no se desplazan en carruajes de caballos ni juegan con un balón de cuero pesado, sino que son seres veloces y atléticos.

“Quise impartir la sagrada palabra del fútbol de antaño, pero los discípulos no comprendían mi sermón”, confesó con un dejo de dramatismo. “Anhelaba el control absoluto, la omnipresencia en cada decisión. Hasta que un alma valiente en el vestuario, un hereje, se atrevió a susurrar la blasfemia: ‘Maestro, está usted equivocándose’. Ahí comprendí que la burra no era arisca; los palos, los fracasos y las caídas te hacen así. Una metáfora de una profundidad abismal.”

Ahora, en su nuevo apostolado con León, el redimido profeta Ambriz promete aplicar estas lecciones celestiales. Su nuevo evangelio incluye establecer comunicaciones diplomáticas no solo con sus gladiadores, sino con sus consortes y progenitores, buscando forjar alianzas en lugar de crear facciones opositoras. Una verdadera obra de ingeniería social donde, al parecer, ganar partidos es solo una consecuencia secundaria de alcanzar la iluminación táctica y la paz en el vestuario.

ANUNCIATE CON NOSOTROS

Scroll al inicio