El perdón celestial para un pecador de Grandes Ligas

El perdón celestial para un pecador de Grandes Ligas

El exjugador de los Mets, Darryl Strawberry, recibe la absolución terrenal por sus pecados fiscales y químicos.

En un acto de divina intervención ejecutiva, el sumo pontífice de la política estadounidense, Donald Trump, ha extendido su cetro de clemencia hacia Darryl Strawberry, otrora ídolo beisbolístico de los Mets de Nueva York. El motivo oficial: el exatleta abrazó el cristianismo y mantuvo sobriedad prolongada, virtudes que aparentemente pesan más en la balanza de la justicia que el incumplimiento tributario y el consumo de sustancias prohibidas.

Strawberry, jardinero legendario y ocho veces seleccionado All-Star, conectó 335 cuadrangulares durante su trayectoria atlética. Sin embargo, su verdadero talento consistió en esquivar impuestos sobre ingresos de 350,000 dólares obtenidos mediante autógrafos, apariciones públicas y comercialización de memorabilia. Una proeza fiscal que cualquier contador creativo envidiaría.

La parábola moderna del pecador redimido alcanzó su clímax cuando el teléfono del exdeportista resonó insistentemente en su hogar. Al otro lado de la línea, una voz celestial -o al menos presidencial- le anunció que sus transgresiones quedaban oficialmente borradas. El Mesías de Mar-a-Lago había decidido, en su infinita misericordia, limpiar el historial judicial del antiguo ídolo deportivo.

El ritual de purificación incluyó nostalgias beisboleras y elogios hacia los Mets, seguidos por la proclamación del indulto presidencial. Una absolución telefónica que demuestra cómo en el gran teatro de la política contemporánea, los milagros burocráticos ocurren por videollamada.

Mientras tanto, en las cárceles estadounidenses permanecen decenas de miles de reclusos por delitos no violentos relacionados con estupefacientes, esperando quizás que su conversión religiosa sea lo suficientemente mediática como para merecer una llamada presidencial. Pero la gracia ejecutiva, como la fama beisbolera, parece reservada para aquellos cuyos home runs fueron televisados nacionalmente.

El episodio confirma que en el nuevo evangelio de la justicia redentora, lo que realmente importa no es la naturaleza del pecado, sino la capacidad del pecador para mantener su historia en la portada de los medios. Amén.

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