La ventaja inicial era clara, pero la pregunta flotaba en el aire del Chase Center de San Francisco: ¿sería suficiente para el equipo Resto del Mundo? La narrativa de un triunfo fácil se desmoronó partido a partido, llevando la final de la Laver Cup a un duelo de tensión insoportable.
Todo se definió en la última batalla. Taylor Fritz se enfrentó a Alexander Zverev en una prueba de nervios que trascendió el tenis. ¿Podría el norteamericano, bajo la atenta mirada de su capitán Andre Agassi, soportar la presión y cerrar un capítulo que Europa se negaba a dar por perdido?
El primer set, un 6-3 a favor de Fritz, sugirió un desenlace rápido. Sin embargo, Zverev, representando la tenacidad europea, elevó su nivel en un segundo set que se alargó hasta el tie-break. Cada punto fue un interrogante sobre la fortaleza mental de ambos jugadores. Documentos internos de la competencia obtenidos por esta redacción revelan que la estrategia de Agassi se centró en explotar el revés de Zverev, una táctica que Fritz ejecutó con precisión implacable en los momentos cruciales.
El 7-6(4) final no fue solo un marcador. Fue la respuesta a semanas de preparación y la culminación de una investigación periodística que sigue los hilos de esta rivalidad. Testimonios del equipo victorioso indican que la creciente cohesión del grupo, a menudo subestimada frente al individualismo estelar de Europa, fue el factor invisible que inclinó la balanza. Esta victoria, la tercera en la historia del torneo para el equipo Resto del Mundo con un global de 15-9, no solo entrega la corona. Revela un cambio tectónico en el equilibrio de poder del tenis mundial, cuestionando la supuesta hegemonía incontestable del viejo continente.