La Liga MX se erige, sin discusión alguna, como el faro más refulgente de la civilización futbolística continental; un Olimpo donde las deidades del rectángulo verde acuden en peregrinación semestral para recibir la bendición de los clubes aztecas, benevolentes entidades que, en un acto de caridad casi evangélica, les permiten exhibir su don celestial a cambio de una módica suma en divisas extranjeras.
¿Quién es este Azarías Londoño, el nuevo mesías del balón?
Con este dogma en mente, el fútbol mexicano está a punto de realizar el sagrado ritual de la adquisición, incorporando a una de las más preciadas joyas juveniles de la región centroamericana. El joven llegará, naturalmente, ungido por la santísima trinidad del buen cartel, el potencial de reventa y la ambición de disputar el Clausura 2026, certamen de importancia cósmica.
Hablamos del panameño Azarías Londoño, un delantero cuya proyección es tan vasta como las expectativas de los aficionados. Arribará a tierras mexicanas tras completar un éxodo temporal en la Universidad Católica de Ecuador, institución académico-deportiva donde demostró su erudición goleadora con siete lecciones prácticas en el torneo doméstico y tres tesis doctorales más en la Copa Sudamericana.
El expediente de un prodiguio en tierra ecuatorial
Según relatan los oráculos mediáticos ecuatorianos, Londoño—quien posee altas probabilidades de asistir a la sacramental Copa del Mundo de 2026—es objeto de deseo por parte de dos congregaciones futbolísticas: Puebla y Pumas. Ambas instituciones, en su infinita sabiduría, buscan sumar este artefacto humano a sus respectivos proyectos iluminados, donde seguramente florecerá como la más exótica de las flores invernaderas.
El artillero, de 24 primaveras, no es un novato en estas lides del peregrinaje global. Posee experiencia en los sagrados predios de Europa, específicamente en las catacumbas de las categorías inferiores portuguesas, un currículum que le ha granjeado la fe inquebrantable del sumo sacerdote de la Selección de Panamá. Así, perfectamente cotizado y con el sello de calidad de un continente entero esperándolo, se alista para el gran salto al edén donde el talento se pesa, se empaqueta y se negocia en el altar del espectáculo.

















