En un acto de contrición continental, la Sacrosanta Confederación del Fútbol Norteamericano, Centroamericano y del Caribe ha canonizado mediante sufragio popular el milagro aéreo ejecutado por el mesías goleador Raúl Jiménez. El delantero, simultáneamente empleado del Fulham inglés y redentor de la Selección Mexicana, ha recibido el Óscar celestial al Gol del Año 2025, galardón que certifica que un balón puede elevarse más alto que las expectativas de noventa millones de almas desesperadas.
La parábola del esférico bendito
El lanzamiento consagrado ocurrió en el minuto 75 de una batalla sacra contra los leñadores del norte, donde Jiménez, egresado del seminario de las Águilas del América, convirtió un tiro libre en epifanía futbolística. El esférico, tras trazar una parábola que desafiaba las leyes de la física y la lógica, selló no solo un 2-0 victorioso, sino que metaphóricamente cerró las heridas abiertas de una nación que confunde los triunfos deportivos con logros existenciales. Los fieles seguidores, mediante voto electrónico, confirmaron lo que ya sabían: necesitaban creer en algo, aunque fuera en un balón que se eleva sobre una barrera.
La teología del sufragio balompédico
El premio, determinado por plebiscito digital, representa la culminación de la doctrina contemporánea donde la sabiduría de las masas en redes sociales supera cualquier análisis técnico. Doce candidatos celestiales compitieron, pero solo el gol mexicano alcanzó la gloria, coincidiendo misteriosamente con que el Tricolor, bajo el iluminado liderazgo de Javier Aguirre, acumuló todos los trofeos regionales disponibles. Una feliz casualidad que demuestra cómo la narrativa perfecta puede eclipsar hasta la jugada más espectacular de un arquero barbadense.
La segunda venida del héroe
Tras su ausencia en la última Fecha FIFA</strong -interpretada por algunos como un retiro temporal al desierto-, el profeta del área chica reaparecerá en noviembre para enfrentar a las Selecciones de Uruguay en el caldero fervoroso de Torreón y a Paraguay en los altares comerciales de San Antonio, Texas. Dos nuevos escenarios donde el pueblo espera que repita el prodigio: convertir el fútbol en algo más que un mero deporte, aunque sea por noventa minutos.


















